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« en: 16/08/05, 21:24:51 pm » |
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Bueno a continuación publico la valoración de uno de mis compañeros de este ""festival"" que no puede publicar por estas tierras. Si eso valoraré yo más tarde. Es demasiado para contarlo (los que fuisteis lo sabéis XDDD).
APACHE, REGRESO A LA RUTA
Hay acontecimientos que uno lamenta haberse perdido: el descubrimiento de América, la llegada del hombre a la Luna, el día que se inventó el tanga… pero sin duda, para los makineros, el lastre más acentuado es el de no haber podido vivir in situ la ruta del bakalao. Una espina clavada que este fin de semana ha podido sacarse gracias a 24 horas cargadas de sensaciones que han ahondado en lo más profundo de nuestros corazones para embriagarnos con el aroma de lo que fue la más importante escena musical que ha vivido este país. Apache, días 14 y 15, 24 horas remember; esa era la consigna que golpeaba nuestras mentes y nos cortaba el aire a tenor de lo que tenía pinta de ser una de las mejores fiestas que personas ávidas de música Máquina como nosotros pudiesen vivir. ¿Lo fue? Realmente la respuesta es complicada, más que nada por el hecho de que no vivimos la ruta, y no sabemos si lo que se cocía es similar a lo que vivimos, pero desde luego poco le quedaría. Pocos son los adjetivos oportunos para describir lo acaecido esos dos días, pero intentaremos que los que no tuvieron el placer de disfrutarlo lo visualicen de la mejor de las maneras…
Todo empezaba el domingo a las 8:00. El señor Smileder recogía a un servidor (menudo sueño tenía) y acto seguido nos dirigíamos a Mollet a buscar al personaje del Crack, todo un crack, valga la redundancia. Sesión de Chasis del 99 sonando. Aparcamos delante de Decibèlia vs Chasuxs y le esperamos (como siempre, impuntual). A eso que me llama Edwin, todo un loco también, y me dice que ya está en Apache (¿es como los japos y hace cola una semana antes para entrar en algún sitio o comprar algo?). Al poco tiempo oímos un motor de coche similar a cualquier turismo de competición, y de fondo el “The Final Countdown”. No, no se trataba de un pureta de los 80, era Crack. Ventanilla bajada, gafas de sol, música a todo trapo, dando la nota como de costumbre. Le acompañamos a aparcar su flamante R5. Al recoger su maleta de viaje se vanagloriaba de las numerosas botellas de kalimocho que llevaba; lo menos de la Guerra Civil sería aquello… Ya éramos tres (colgaos) y estaba a punto de producirse la mayor humillación que alguien puede haber recibido en su vida. Antes, de todos modos, pinceladas de música ochentera, ideal para viajes en coche. Pero yo, idiota de mí, aconsejé guardar ese cd para la vuelta, pues lo consideraba más oportuno. Crack, accedió, algo estaba tramando… metió un nuevo cd en el equipo de música y sonó algo que me destrozó anímicamente: “Are you readyyy”; sin embargo, sabía que no podía estar suelto, sino que, y al uso de los martinis de James Bond, estaría mezclado. ¡Y vaya si lo estaba! Hasta un total de siete indignantes veces, el Sensations fue mezclado sirviendo como base durante 30 agónicos minutos más o menos. Gente, no sé cómo lo permití, pero casi muero del susto. Cuidado con las joyas con las que fue mezclado (no recuerdo el orden exacto ni quiero hacerlo): una base de Pildo (da igual, todas son iguales), Rótterdam Hooligans, Me Voy De Fiesta, Jarkor Espein, Sunami, No time To Cry (el mejor tema Makina del 2003 y 2004) y el pelotazo remember Duro De Pelar. Bien, os lo podéis imaginar pero no hay nada como vivirlo. Por supuesto, ya tengo matones contratados que un día de estos le harán una visita a Crack.
Después de semejante atentado musical nos dispusimos a recoger al honorable danydj, un chico sanote y de buena familia. Pusimos rumbo a Torredembarra, su municipio, mientras sonaban sesiones excelsas, nada que ver con la anterior. En eso que llegamos al lugar indicado donde supuestamente debía estar esperándonos y el conductor, Smileder, se equivoca de dirección (y eso que no había bebido aún), a lo que tuvimos que hacer una arriesgada maniobra de cambio de sentido en las inmediaciones de una rotonda ante la atónita mirada del que a la postre sería el mismísimo danydj. Por supuesto, casi tenemos una colisión con un coche que venía de frente; y el conductor de un camión que iba detrás nuestro no se abstuvo de aplaudir la hábil jugada. Pasado el susto, recogemos al sorprendido danydj (no sabía donde se había metido, la verdad) que por lo poco debía estar rezando, después de ver la maniobra, para que sus compañeros de viaje no fueran esos.
Los cuatro fantásticos reiniciábamos de nuevo el trayecto a Valencia, degustando magníficas sesiones (la de la discoteca “El Torero”, del 96, causó estragos en los altavoces). Risas varias, mucho musicón y una paradita para almorzar. Pequeño tentempié y a seguir con el viaje. Por suerte, uno está curtido en el análisis de planos (dejar eso en responsabilidad de Crack hubiera significado acabar en León), por lo que orientar al conductor por Valencia fue tarea sencilla. Lo que no evitó perdernos varias veces. Gracias a la magnífica señalización valenciana tardamos más de lo previsto en dar con la discoteca Apache. Nos disponíamos a entrar en el parking del recinto cuando alguien golpeó la ventanilla derecha. Exacto, era Edwin. Realmente animado y con las pintas de alguien que ha sido abandonado y espera ansioso ver a sus rescatadores. Aparcamos en el parking (muy rutero, claro) y ya pudimos gozar de la magia valenciana: coches con los maleteros abiertos, música reventando altavoces (sonaba House, pero era rápidamente contrarestado por los ruteros), pastillas (ejem), y gente encima de los coches. Pura ruta, y lo que quedaba…
Nos hicimos las fotos de rigor, para comprobar al final de la fiesta (¿llegaríamos?, nos preguntábamos entonces) el progreso de nuestros semblantes. Allí conocimos a gente muy maja, sanos todos, por supuesto; preferían oír House, aunque no le hacían ascos al remember.
Tocaron las 2 en el reloj. Llegó la hora. No había demasiada afluencia de gente en ese instante, por lo que no tuvimos que hacer cola. Al no disponer de flyers, y no funcionar la estratagema de Crack para que nos hicieran el descuento (o sea, ligar con la chica que vendía las entradas) tuvimos que pagar los 15 €, una miseria para el festival que se cocería ahí dentro. Para los desafortunados que no hayan podido pisar Apache, tan sólo decirles que es una discoteca preciosa, con una terraza magnífica, máxime cuando se dan cita ahí numerosas bellezas exhibiendo esculturales cuerpos y no peores tangas. A todo esto, Crack volvió a dar la nota, pidiendo su famoso Cola Cao Turbo en la barra, para sorpresa de la brutal camarera, que iba muy destapada, tendría calor, no sé. Más risas, más alcohol, gays revoloteando por ahí y de fondo música House: cóctel explosivo. Pero nosotros habíamos ido a lo que habíamos ido, así que nos dirigimos a la sala remember, pequeña y confortable. Poquísimas personas de momento, pero ambiente idóneo para desfasarse. El primero en pinchar fue un tal Dj Buba. Canciones comerciales para ir abriendo boca, no era plan de pinchar Pink Records ya. Poco a poco, y cada 30 minutos, iban desfilando los numerosos dj’s del festival, aportando lo mejor de sus maletas, dándolo todo y sintiéndose orgullosos de un público cada vez más entregado. Crecía la afluencia de éste, crecían los temazos y las mezclas destrozaban las mentes de todos aquellos que por equivocación dejaban la sala House para caer en el paraíso. Todo un lujo ver a gente como Kike Jaén, Raúl Platero, Nacho Division, y dos nombres propios que hay que resaltar sobremanera: José Conca (el puto amo, hay que verlo) y “espacial” Chimo Bayo. El primero hizo que acabáramos con las piernas destrozadas, pidiendo las muletas ya casi; el segundo, desfiló desde el parking (se ve que hasta se marcó unos bailes con algunos puretas allí) hasta la sala remember, para disfrute general. Aquello no podía estar pasando, habíamos retrocedido más de 10 años en el tiempo. El “Así me gusta a mí” fue la bomba que le faltaba a aquella noche (sí, ya había llegado la noche, se nos pasaban las horas volando) para rematar nuestros cerebros con tanto musicón. Antes de presenciar el set de Chimo, sin embargo, fuimos a cenar, dando lugar este hecho a otra anécdota, del, cómo no, incombustible Crack. El tío, que traía una panadería entera lo menos, degustaba un bocadillo impidiéndonos a los demás poder entrar en un restaurante cercano a la discoteca (al lado mismo del mar, por si no lo he dicho). Unos 15 minutos estuvimos increpando a Crack para que se terminara el bocadillo o lo dejara allí tirado. Bocadillo que a la postre acabaría volando por los aires, casi decapitando a un incauto Smileder. En el restaurante poco que contar, todo muy bueno (¡esas bravas!) y todas muy buenas también. Acto seguido fuimos al coche para reposar la comida (no penséis mal que os veo venir). Accedimos a escuchar uno de los cd’s con música de los 80 que Crack había traído, y al introducir uno en el reproductor volvió a sonar el “Are you readyyy”, pero esta vez no permitiríamos tal ofensa. Cambio de cd y “Concrete Blonde – Joey” sonando. “A-Ha – Take On Me”, “Yazoo – Don’t Go”, “OMD – Enola Gay”, “Depeche Mode – Enjoy The Silence”, “Peter Schilling – Terratitanic”, “Rick Astley – Never Gonna Give You Up”, etc., etc., le siguieron, llegando hasta el tema que remató la jugada. Lo que sucedió dentro del coche no se puede expresar con palabras. El grandioso “Europe – The Final Countdown” hizo que se desatara la locura. Al lado del coche de Smileder había tres chicas, también dentro de su coche (oyendo machacona música), que estaban con los ojos como platos ante esos cuatro colgados que simulaban tocar la guitarra y la batería con sus brazos, que no dejaban de tararear la melodía y cantar aquella fenomenal letra. Se nos debía oír incluso dentro de Apache. A todo esto, las chicas subieron las ventanillas de su coche, no sé, tendrían frío… Decidimos volver al cielo, aquel fiestón no se detenía. Dj’s no conocidos por nosotros, pero la calidad de las sesiones no disminuía. Edwin lo daba todo, nosotros no éramos menos, incluso había viejales por ahí. Dudo que supieran lo que estaban bailando, pero sus pases de bailes eran la envidia de los allí concentrados (sobretodo el apodado por nosotros como “Chiquito de la Calzada”). Afrontábamos la entrada de la madrugada, momento clave en cualquier fiesta. Fue el momento en que el ilustre Gabber 135, toda una personalidad e institución en la materia, hizo acto de presencia. Ya estábamos todos, y la música era de otro mundo. Yo no recuerdo todos los temas que sonaron, más que nada por que allí sonó de todo (todo sublime, se entiende), pero con el Age Of Love nuestros pantalones acabaron hechos trizas de estar arrodillados en el suelo. Desconozco que sucedió en la remember de Central (léase Ceeeentral), pero es como comparar un BWM con el R5 de Crack. Ya no dábamos abasto, ni nuestros corazones tampoco, y aún quedaban horas de festival. Smileder, el muy cabroncente, iba recuperando fuerzas a base de Malibús, una estratagema muy hábil, aunque no tanto para el bolsillo. Entre tanta calidad, hacíamos visitas esporádicas a la sala Dance, situada al lado de la sala remember, sobretodo en el momento en que pinchó Chumi Dejota. No no, no es una errata, así lo pronunció el speaker. Por suerte, teníamos unos magníficos sillones “péguese usted el lote con su pareja” al lado mismo de cabina. La madrugada llegaba a su fin, el Sol despuntaba en el horizonte, aquello era un no parar. Supongo que sonarían todos los Pink Records, Quality Madrid, etc., mínimo, puesto que allí sonó todo lo inimaginable. Una bestialidad. Necesitábamos unas camillas ya, pero debíamos aguantar cuál rutero preciado de serlo. Y sin drogas. Las drogas son malas hijos míos, menos las que no matan. Se echaron en falta palabras de los dj’s, pero ni ellos ni nosotros teníamos tiempo que perder. Y como el que no quiere la cosa, llegaba el amanecer, mientras sonaba el “BBE – Seven Days & One Week”. Ni el mejor de los polvos, oiga. La fiesta, para nosotros, llegaba a su fin. Luego nos enteraríamos que la fiesta no duró 24 horas, por motivos desconocidos. El hecho es que hicimos tiempo antes de ir al hostal donde debíamos descansar a fin de regresar con óptimas condiciones a nuestras casas. Crack y Danydj decidieron ir a la playa, no sé si con fines eróticos. Smileder y yo nos quedamos en el coche, evidentemente no con fines eróticos. Y así transcurrieron un par de horillas, hasta que regresaron de la playa los dos muchachotes antes mencionados, muy contentos ellos, a saber porqué. Emprendimos así el viaje de ida al hostal, situado en El Saler. Familia, si alguna vez visitáis dicha población no dudéis en ir al hostal de Severino y señora, valencianos de pro, gente muy cordial y con precios muy asequibles. Todo limpito y sin persianas que se rompan e impidan conciliar el sueño… Dormimos unas 5-6 horas muy provechosas. Luego unas duchitas y como nuevos. Pagamos y nos largamos. Era el momento de regresar a casa. El viaje de vuelta estuvo repleto de risas, musicón, momentos indignos (sonó por segunda vez la sesión que Crack hizo para mí) y “momentazos” (léase con voz Boris). Poco a poco el coche se fue vaciando. El primero en abandonarlo fue Danydj. Todo un placer para mí el haberlo conocido, y sé que para Crack y Smileder también es así. Una auténtica enciclopedia andante y un tío cojonudo. Después le llegó el turno a Crack, del que puedo decir que es todo lo contrario que el anterior jaja. Su flamante R5 le estaba esperando para sorpresa nuestra, raro que no lo hubieran robado… Y me llegó el turno a mí. Me despedí de Smileder hasta la siguiente fiesta, por supuesto.
No he sabido explicarlo mejor. Han sido un conjunto (no hagáis chistes fáciles) de sensaciones (tampoco los hagáis aquí) indescriptibles que perdurarán por siempre jamás en nuestros corazones y mentes. Música celestial la que sonó, chicas celestiales las que había allí, y una compañía fantástica. Poco más se puede pedir… quizás que lo primero fuese real, pero ya sabéis el dicho: quien no se consuela es por que no quiere.
PD: ¡all aboard, the night train! Vamos a jugar en el Sol… ¡are you ready!; queda bien y todo. Algunos ya saben el porqué de mis palabras. Un saludo a ellos, sois cojonudos, y esperaremos a Octubre con ganas aún más renovadas.
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