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Autor Tema: Permitidme tutearos, imbéciles  (Leído 14905 veces)
ILEGAL_VS
Visitante


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« Responder #90 en: 27/02/09, 12:43:17 pm »

totalmente de acuerdo en todas sus cartas que habeis puesto .
Juanito
Visitante


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« Responder #91 en: 27/02/09, 12:59:43 pm »

en los examenes de COU, si hacíamos más de 3 faltas de ortografía en el exámen, dejaban de correjir, y suspenso.

cierto es que los sms, y el messenger, tienen bastante culpa de que la cosa vaya aún peor.

Así que tú aprobaste no?  :P
Por lo demás, a mí me es indiferente el nivel que tenga la ESO u otro sistema educativo, ya que como dice David, cada uno es libre de intentar ser culto o no, y desde mi punto de vista eso tiene poco que ver con la honradez o con otras cualidades humanas bastante más importantes que la cultura...

 :D :D :D :D :D

cabrón!! es culpa del messenger, y de los sms  :P

Deuvedé
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Sexo: Masculino De: Huesca
Registro: 05-02-05
SUIT UP!


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« Responder #92 en: 27/02/09, 21:53:46 pm »

"No queda sino batirnos....."
Grande y clásica frase del señor Alatriste. Pérez-Reverte es dios cuando coje una pluma..
Sanx
Legend of Zelda
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Sexo: Masculino De: Hyrule
Registro: 18-03-07
#CutForBieber


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« Responder #93 en: 27/02/09, 22:39:24 pm »

Cuanta razon en esas sabias, aunque a lo mejor demasiado tajantes, palabras
MackineRO
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Sexo: Masculino De: EVROPA
Registro: 08-10-07
Nacional Socialismo


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« Responder #94 en: 27/02/09, 22:44:28 pm »

Me he leido el primer texto... y solo decir que  [adorar]

mañana seguire leiendo que me he quedado un poco ciego xD
CHINO
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Sexo: Masculino Registro: 29-10-03
Aprendizaje eterno


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« Responder #95 en: 09/03/09, 19:22:33 pm »


Lo último del maestro.  :)


Facha el último


ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 8 de Marzo de 2009




Hay un perverso acicate mutuo entre la sociedad, sus políticos y sus cronistas. Un desafío permanente para ver quién llega más lejos en la espiral del disparate. En esta España acomplejada y cobarde, el canon de lo correcto se ha convertido en perpetuo salto mortal, regado por la baba oportunista de la cochina clase que goza de coche oficial. En cuanto la sociedad establece o acepta un punto de vista, los medios informativos lo recogen y amplifican, consagrándolo aunque sea una perfecta gilipollez. Luego, ese enfoque es de nuevo recibido con entusiasmo por la sociedad, que intenta llevarlo más lejos, por el qué dirán. Maricón el último. O fascista, que se dice ahora para todo. Facha el último. La nueva pirueta es recogida por periódicos, televisión y tontos de guardia, y otra vez vuelve a desarrollarse el proceso. Así, de peldaño en peldaño, hasta el infinito. O hasta la náusea.

Un par de asuntos me recuerdan esto. Uno es la noticia de que niños de entre 11 y 15 años son sorprendidos en un descampado en ruinas jugando con armas simuladas, y que la policía las requisa; se parecen a las reales, disparan bolitas de plástico potencialmente peligrosas, y aunque su posesión es legal, manejarlas fuera de casa puede alarmar a algún vecino. Hasta ahí la cosa no tiene mayor importancia: chicos que juegan en lugar inadecuado, intervención policial. Punto. Cualquier fulano de mi generación, y de cualquier otra, ha jugado a la guerra en algún momento de su infancia. Yo lo hice, con los amigos, en el campo y en casa: pistolas, soldaditos de plomo y de plástico. Hasta un casco de soldado, tenía. Y un viejo fusil. Hace poco hablé aquí de películas de la Segunda Guerra Mundial, que no nos convirtieron en miembros de la Asociación del Rifle ni en psicópatas belicistas a Javier Marías, a Agustín Díaz Yanes ni a mí mismo. En aquellos tiempos, dabas lo que fuera por un arma como las de verdad. Quiero decir que se trata exactamente de eso: niños jugando a lo que –dejando aparte a espartanos, vikingos, jenízaros, juventudes hitlerianas y otros extremos justificables o injustificables– niños de todas las razas y colores han jugado desde que el hombre existe sobre la tierra. Impulsos naturales en un chico, aunque en los últimos tiempos una panda de cantamañanas se empeñe en que, para erradicar la violencia del mundo y que todos nos besemos en la boca disfrazados de conejito Tambor, con lo que tienen que jugar los niños varones es con Barbies y cocinitas. Que hace falta ser imbécil.

Pero el punto no es ése. Lo que me llamó la atención al leer la información, publicada a cinco columnas, no fue que los niños jugaran a la guerra ni que la policía requisara el armamento –normal, hasta ahí–, sino el enfoque del redactor. No era éste un columnista de opinión, sino un reportero de los que cuentan cosas y dejan la existencia de Dios para los editorialistas, como dijo Graham Greene o uno de ésos. Sin embargo, tomaba partido en tono de reprobación moral contra «ese supuesto juego, nada inocente», dejando entrever que jugar a la guerra situaba al grupo de niños a medio paso de un grupo paramilitar neonazi. Por lo menos.

Esa afición a etiquetar según el canon, a meter en el paquete información y doctrina a la moda, es propia de cierto periodismo de todos los tiempos. Lo que pasa es que ahora actúa a lo bestia, contaminando masivamente a una sociedad que, en principio, debería ser más lúcida y crítica que cuantas la precedieron. En España, en ese aspecto, la única diferencia es que hoy vivimos acogotados por lo socialmente correcto en vez de por obispos y malas bestias cuarteleras. Por los mismos fanáticos y oportunistas que antaño condenaban los escotes, el baile, los libros perversos y el relajo en las buenas costumbres, yendo siempre más allá de la moral oficial para no quedarse cortos, por si las moscas. Hoy son pacifistas ejemplares –hasta con el aliento de Al Qaida en el cogote– como ayer fueron partidarios de la Cruzada nacionalcatólica o de quien les regara la maceta. Los tontos, los lameculos y los canallas de siempre.

Sobre esa adaptación del asunto a los tiempos que corren hay otro ejemplo significativo, de hace poco. En una entrevista, y entre varias cosas de interés, un actor congoleño declaraba que el hecho de ser negro limita la clase de papeles que le ofrecen interpretar aquí. El comentario, hecho por el entrevistado con toda naturalidad y como algo obvio, era elevado por el titular del periódico a la categoría de denuncia social: «Sólo me ofrecen papeles de negro». Pues claro, pensé al leerlo. Papeles de taxista, médico, abogado, arquitecto, chapero, político, bombero, atracador, policía, rey Baltasar. De negro, o sea. Lo raro sería que le ofrecieran hacer de blanco. De Cid Campeador, por ejemplo. De capitán Alatriste o de coronel de las Waffen SS en el frente ruso. Aunque esto es España, concluí. No faltará, seguramente, quien pregunte por qué no pudo ser negro Hernán Cortés. Y todo se andará, al fin. Me temo.
7juanito
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Sexo: Masculino Registro: 14-02-07
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« Responder #96 en: 09/03/09, 19:32:52 pm »

Curioso artículo, hacía mucho que no leía nada suyo y siempre sorprende!
djneme
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Sexo: Masculino De: Barcelona
Registro: 16-01-05

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« Responder #97 en: 09/03/09, 23:07:48 pm »

Aviso este post contiene troyano, si usas antivirus como AVG,AVAST,NORTON,PANDA,NOD32 estas jodido xd ( detectado con Kaspersky )

trojan - clicker .html.iframe

CHINO
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Sexo: Masculino Registro: 29-10-03
Aprendizaje eterno


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« Responder #98 en: 30/03/09, 12:41:12 pm »

ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 29 de Marzo de 2009



Hubo un tiempo en que los chicos nos pegábamos a la salida del colegio porque, durante el recreo, alguien había puesto en duda nuestra palabra de honor. En aquella época, más ingenua que ésta, de cine con bolsa de pipas, de tebeos del Guerrero del Antifaz, de libros de la colección Historias o Cadete Juvenil –Con el corazón y la espada, Ivanhoe, Quintín Durward, El talismán y cosas por el estilo–, de reyes magos que traían la espada del Cisne Negro, poner el honor como aval de esto o lo otro era un argumento al que algunos recurríamos con cierta soltura. Quizá porque también oíamos esa palabra en boca de nuestros mayores. En cualquier caso, con esa recta honradez que suelen tener los muchachos mientras no crecen y la pierden, algunos solíamos llevar el asunto hasta las últimas consecuencias. Eso solía zanjarse más tarde, fuera de clase para no incurrir en indisciplinas punibles por el hermano Severiano, o su homólogo de turno según el lugar y las circunstancias. Resumiendo: círculo de compañeros, carteras en el suelo, puños y allá cada cual. Zaca, zaca. A veces, al acabar, nos dábamos la mano. A veces, no. De cualquier modo, como digo, eran otros tiempos. Hoy le hablas a un chico de honor y lo más probable es que te mire como si acabaras de fumarte algo espeso. Como mucho, si mencionas esa palabra –«Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo», dice el DRAE– algunos pensarán en rancios lances de capa y espada, en talibanes fanáticos que lapidan a su hija porque se niega a usar burka, o en esa gentuza que de vez en cuando aparece en el telediario diciendo: «Prometo por mi honor cumplir los deberes de mi cargo», etcétera. No hay nada más eficaz para corromper la palabra honor que ponerla en boca de un político: una ministra de Educación, un ministro de Economía, un presidente de Gobierno. Pasados, presentes o futuros, todos ellos, sean cuales fueren sus partidos e ideologías. Igualados en la misma desvergüenza.

Pero no sólo se trata de políticos, ni de jóvenes. Cada sociedad, en cada momento, es lo honorable que llega a ser el conjunto de sus individuos. Las menudas honras, que decían los clásicos cuando ambas palabras, honra y honor, andaban emparentadas, y no siempre para bien. Muchas son las infamias que en todo tiempo se cometieron en nombre de una y otra, como sigue ocurriendo. No hay palabra, por noble que sea, que no deje una larga estela de canalladas perpetradas al socaire. Sin embargo, pese a todo eso y a la lucidez obligada del siglo en que vivimos, a veces lamentas no encontrar con más frecuencia a gente en la que el honor sea algo más que una fórmula equívoca o un recurso demagógico, vacío de sentido. A fin de cuentas, la propia estima, los «deberes respecto del prójimo y de uno mismo», también ayudan a conseguir un mundo mejor y más justo. O a soportar el que tenemos.

Recuerdo una historieta personal que viene al pelo. Ocurrió hace casi treinta años, cuando yo conducía por una carretera del sur de España. Adelanté frente a un cambio de rasante, con el espacio justo para ponerme a la derecha sólo unos palmos antes de la línea continua. En ese momento, una pareja de motoristas de la Guardia Civil coronaba la rasante; y el primero de ellos, creyendo desde su posición lejana que yo había pisado la línea, hizo gestos enérgicos para que detuviese el coche. Paré en el arcén, seguro de que no había llegado a infringir las normas. Se acercó un picoleto joven, corpulento, hosco. Ha pisado usted tal y cual, dijo. Me bastó echarle un vistazo a su cara para comprender que de nada servía discutir. «¿Quién está al mando?», pregunté con mucha corrección. Me miró, desconcertado. «El cabo», respondió, señalando al compañero que había estacionado la Sanglas al otro lado de la carretera. Salí del coche, crucé el asfalto y me acerqué al cabo. Era veterano, bigotudo. «Pagaré la multa con mucho gusto», dije. «Sólo quiero pedirle que antes me permita hacerle una pregunta.» Me miraba el guardia suspicaz, sin duda preguntándose a dónde quería ir a parar aquel fulano redicho que tenía delante. «¿Me da usted su palabra de honor –proseguí– de que me ha visto pisar la línea continua?» Me estudió un rato largo, sin abrir la boca. Al cabo hizo un seco ademán con la cabeza. «Puede irse», respondió. Entonces fui yo quien se lo quedó mirando. «Gracias», dije. Le tendí la mano y él, tras una brevísima vacilación, me la estrechó. Di media vuelta, subí a mi coche y me fui de allí. Fin de la historia.

Y ahora intenten imaginar hoy una situación parecida. «¿Me da usted su palabra de honor, señor guardia?» El motorista revolcándose de risa por el arcén, con el casco puesto. Y luego, con toda la razón del mundo, haciéndome soplar en el alcoholímetro y calzándome tres multas: una por pisar la continua, otra por ir mamado y otra por gilipollas.
RoUs_pOnT
Legendari@ ♥
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Sexo: Femenino Registro: 25-11-04


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« Responder #99 en: 30/03/09, 13:06:39 pm »

Me encanta este hombre, no hay texto que no me sorprenda. Gracias Chino por ir colgándolos.
diyei jarbit
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Sexo: Masculino De: Cerdanyola del Vallès
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« Responder #100 en: 30/03/09, 14:35:43 pm »

Con permiso, dejo aquí otra joya del maestro. Si bien el artículo tiene ya sus años, sigue siendo de plena actualidad. A disfrutarlo (o no).


LIMPIA, FIJA Y DA ESPLENDOR

Acabo de recibir un e-mail de Pepe Perona, el maestro de Gramática, reproduciendo otro que le ha enviado no se sabe quién. Desconocemos el nombre del autor original; así que, en esta versión postmoderna del manuscrito encontrado, me limito a seguir el juego iniciado por mano genial y anónima. El maravilloso texto se refiere a una supuesta reforma ortográfica que va a aplicar la real Academia, a fin de hacer más asequible el español como lengua universal de los hispanohablantes y de las soberanías soberanistas. Y lo reproduzco con escasas modificaciones.

Según el plan de los señores académicos expertos en lanzada a moro muerto la reforma se llevará a cabo empezando por la supresión de las diferencias entre c, q y k. Komo komienzo todo sonido parecido al de la k será asumido por esta letra. En adelante se eskribirá kasa, keso, Kijote. También se simplifikará el sonido de la c y la z para igualarnos a nuestros hermanos hispanoamerikanos: "El sapato ke kalsa Sesilia es asul". Y desapareserá la doble c, reemplazándola la x: "Mi koche tuvo un axidente". Grasias a esta modifikasión los españoles no tendrán ventajas ortográfikas frente a los hermanos hispanoparlantes por su estraña pronunsiasión de siertas letras.

Se funde la b kon la v, ya ke no existe diferensia entre el sonido de la b larga y la v chikita. Por lo kual desapareserá la v y beremos kómo obbiamente basta con la b para ke bibamos felises y kontentos. Lo mismo pasará kon la elle y la ye. Todo se eskribirá kon y: "Yébame de biaje a Sebiya, donde la yubia es una marabiya". Esta integrasión probocará agradesimiento general de kienes hablan kasteyano, desde Balensia hasta Bolibia.

La hache, kuya presensia es fantasma en nuestra lengua, kedará suprimida por kompleto: así, ablaremos de abichuelas o alkool. Se akabarán esas komplikadas y umiyantes distinsiones entre echo y hecho, y no tendremos ke rompernos la kabesa pensando kómo se eskribe sanaoria. Así ya no abrá ke desperdisiar más oras de estudio en semejante kuestión ke nos tenía artos. Para mayor konsistensia, todo sonido de erre se eskribirá kon doble r: "El rrufián de Rroberto me rregaló una rradio". Asimismo, para ebitar otros problemas ortográfikos se fusionan la g y la j, para que así jitano se escriba como jirafa y jeranio como jefe. Ahora todo ba con jota de cojer. Por ejemplo: "El jeneral corrijió los correajes". No ay duda de ke estas sensiyas modifikaciones arán ke ablemos y eskribamos todos kon jenial rregularidad y más rrápido ritmo.

Orrible kalamidad del kasteyano, jeneralmente, son las tildes o asentos. Esta sankadiya kotidiana desaparese con la rreforma; aremos komo el ingles ke a triunfado unibersalmente sin tildes. Kedaran ellas kanseladas en el akto, y abran de ser el sentido komun y la intelijensia kayejera los ke digan a ke se rrefiere kada bokablo: "Obserba komo komo la paeya".

Las konsonantes st, ps, bs o pt juntas kedaran komo simples t o s, kon el fin de aprosimarnos a la pronunsiasion de ispanoamerikanos y para mejorar ete etado konfuso de la lengua. Tambien seran proibidas siertas asurdas konsonantes finales ke inkomodan y poko ayudan al siudadano: "¿Ke ora da tu rrelo?", "As un ueco en la pare", y "Erneto jetiona lo ahorro de Aguti". Por supueto, entre ellas se suprimiran las eses de los plurales: "La mujere y lo ombre tienen la mima atitude y fakultade inteletuale". Yegamo trite e inebitablemente a la eliminasion de la d del partisipio pasao y kanselasion de lo artikulo, impueta por el uso: "E bebio te erbio y con eso me abio". Kabibajo asetaremo eta kotumbre bulgar, ya ke el pueblo yano manda, kedando surpimia esa de interbokalika ke la jente no pronunsia. Adema, y konsiderando ke el latin no tenia artikulo y nosotro no debemo imbentar kosa que Birjilio, Tasito y lo otro autore latino rrechasaban, kateyano karesera de artikulo. Sera poco enrredao en prinsipio, y abalaremo komo fubolita yugolabo en ikatola, pero depue todo etranjero beran ke tarea de aprender nuebo idioma rresulta ma fasile. Profesore terminaran benerando akademiko de la lengua epañola ke an desidio aser rreforma klabe para ke nasione ispanoablante gosemo berdaderamente del idioma de Servante y Kebedo.

Eso si: nunka asetaremo ke potensia etranjera token kabeyo de letra eñe. Ata ai podiamo yega. Eñe rrepresenta balore ma elebado de tradision ipanika y primero kaeremo mueto ante ke asetar bejasione a simbolo ke a sio y e korason bibifikante de lengua epañola unibersa.

Arturo Pérez-Reverte

El Semanal, 6 de febrero de 2000

¿Esto va en serio? Es decir, el texto y el tono sarcástico y visual que utiliza Reverte es excepcional, pero si la fantochada que proponen se lleva a término, creo que va siendo hora de pegarle fuego a la RAE.
CHINO
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« Responder #101 en: 30/03/09, 14:38:29 pm »


No hombre, es puro sarcasmo, jaja.

En este foro por cierto encontramos cuantiosos ejemplos que se acercan a esa ininteligibilidad.
diyei jarbit
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« Responder #102 en: 30/03/09, 14:44:28 pm »

Sin embargo, aunque no tenga su concurrencia en la realidad este texto de Reverte, voy a citar a mi propio hermano, que estudia un módulo de electrotecnia, para que veamos cómo están las cosas. Él me manifiesta, muy alegremente, que "para qué quiere saber escribir si no va a trabajar de eso y por el messenger se entiende con la gente". Vamos, que yo escribo bien porque un abogado tiene que hacerlo. Si no, qué más da. Y su mentalidad no deja de ser un crisol de la opción que toma mucha chavalería (y no tan chavalería) con respecto a nuestro idioma. Así que al final, por hache o por be, por reforma normativa de la RAE o por imperativos de la cruda realidad, nuestro idioma se empobrecerá a niveles despreciables, semejantes a lenguas burdas, callejeras y caóticas como el inglés (lengua impuesta por la fuerza tras la IIGM...).

En este foro he llegado a leer cosas increíbles. Y el mejor argumento que me han dado, además del citado, es el del "ahorro energético". Y tiene cojones que te diga eso alguien que escribe así: "LlO BoY aL PonT a Piñon, pAbO".
CHINO
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« Responder #103 en: 30/03/09, 14:48:31 pm »


Lo que yo digo, que no debería tener acceso a estudios superiores aquél que cometa más de 3 faltas en un examen, aunque éste sea de matemáticas.

Pero claro, dejar pasar de curso con 4 suspensos no puede llevar a nada más que al analfabetismo general.

Algunos luchamos día a día para que almenos en nosotros permanezca el castellano correcto y rico, pero claro, la plebe es numerosísima y ante eso poco se puede hacer.

Hay ignorantes orgullosos de ello, que ya es el colmo.
diyei jarbit
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« Responder #104 en: 30/03/09, 15:08:40 pm »

Es que lo que no puede hacer el legislador es aceptar una situación de analfabetismo funcional y adecuar la Ley a esta realidad para que esta gente no se sienta "frustrada". Un signo más del buenismo auto-complaciente que no trae más que problemas a medio y largo plazo.

Es que, extrapolando ideas, es como si los trabajadores siempre llegaran tarde, pasaran de ir a currar cuando no quisieran, hicieran mal su trabajo, fueran perezosos y vagos y, además, insultaran y vejaran al empresario... y el Gobierno legislara a favor de imposibilitar o dificultar el despido de estos gañanes porque, pobrecitos, se sentirían humillados si el jefe les pide que hagan bien su trabajo y que cumplan unos horarios. Salvando las distancias, me parece un claro ejemplo de lo CONTRAPRODUCENTE que resultan estas medidas.

Lo del ignorante orgulloso de ello es muy español. Ridículo a todas luces, pero aceptado socialmente como algo tan válido como estar orgulloso por saber. Al fin y al cabo, en la sociedad vulgarizada, relativista y memocrática de hoy en día, todas las opiniones son válidas, vengan de donde vengan y hablen de lo que hable. Así que ¿para qué vas a estudiar o informarte o leer o lo que sea? Si cualquier barbaridad que digas tendrá el mismo valor que la de un Catedrático.
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