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« Responder #452 en: 02/01/07, 11:47:01 am » |
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La Razón:
España Un solo etarra colocó la furgoneta bomba en Barajas 14 horas antes del atentado
Tres miembros de la banda mantuvieron secuestrado en Francia al propietario del vehículo
J. M. Zuloaga
Madrid- Un solo etarra fue el encargado de dejar la furgoneta bomba el pasado sábado en el aparcamiento de la terminal T-4 del aeropuerto de Barajas, según las primeras investigaciones de los servicios antiterroristas que dan como seguro que otros miembros de la banda, algunos de ellos a bordo de un vehículo «lanzadera», participaron en la operación criminal que se había iniciado en Francia, tres días antes. Las Fuerzas de Seguridad trabajan a marchas forzadas para tratar de identificar a este individuo ya que, al menos de momento, es la única pista de que se dispone para dar con los autores del atentado que destruyó el citado aparcamiento. La forma en que se realizó el atentado, ordenado por los máximos cabecillas de ETA (se descarta por completo la acción de una facción disidente), demuestra que fue planificado hasta el más mínimo detalle y con tiempo suficiente. En su ejecución participaron, al menos, miembros del «aparato de logística» y del «militar». Los hechos se iniciaron en la noche del 27. Un vecino de Oñate descendía del monte después de una caminata por la zona de Luz Ardiden, cerca del pueblo de Luz Saint Sauver,a unos 50 kilómetros de Lourdes. Se dirigía hacia su furgoneta Renault Traffic que había dejado aparcada. Era ya de noche y fue abordado por tres individuos encapuchados que se identificaron como miembros de ETA y que, a partir de ese momento, le mantuvieron retenido. Uno de ellos hizo una llamada y apareció una cuarta persona a bordo de un turismo que se llevó la Renault Trafic. Los otros tres metieron al de Oñate en el coche y le mantuvieron escondido en varios lugares, entre ellos una cabaña, hasta las diez de la mañana del día 30. Le soltaron en la zona de Oleron, cerca de Pau, y le ordenaron que no se pusiera en contacto con su familia hasta las 11. Durante su cautiverio, le obligaron a enviar mensajes de móvil para comunicar que se encontraba en perfecto estado y anunciar que el día 31 ya estaría de vuelta a casa. Hasta aquí los hechos conocidos, gracias a la declaración de esta persona. Las fuentes consultadas dan como casi seguro que la furgoneta robada fue entregada en la misma noche del 27 o el 28 por la mañana a miembros del «aparato de logística» que colocaron el artefacto, de unos 800 kilos (ETA, como suele hacer en los últimos «Zutabe» dirá la cantidad exacta) y un sistema de ignición mediante un temporizador. El 29 o el 30, a primera hora de la mañana, el vehículo, cargado con la bomba, fue puesto en manos de miembros «legales» (no fichados) del «aparato militar» para que lo trasladaran a Madrid y lo dejaran en el aparcamiento con el tiempo suficiente como para poder huir. Al tratarse de un vehículo cuya desaparición no había sido denunciada, se cree que los etarras que actuaron en esta acción criminal son «legales» ya que la presencia de elementos fichados, que pudieran ser detectados en un control, parecería un contrasentido. La furgoneta y un coche «lanzadera» (que precede al anterior para advertirle de posibles controles o actuar en caso de avería) emprendieron el viaje hacia Madrid. La furgoneta fue aparcada en el módulo D por una sola persona a las 18:53 del día 30. Tras activar el mecanismo de relojería, abandonó el lugar y, probablemente utilizando transporte público, se dirigió al lugar de cita con el coche que le había servido de «lanzadera», en el que todo el «comando» regresó al País Vasco. Es decir, que los miembros de esta célula dispusieron de más de 14 horas para volver tranquilamente a sus bases antes del momento de la explosión que, según uno de los relojes del aparcamiento, se produjo a las 8 horas, 59 minutos, 27 segundos y, en otro, ocho segundos después.
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