A las 4.45 de la madrugada del 17 de diciembre de 1983, apenas 15 minutos antes de la hora de cierre del local, la discoteca Alcalá 20 se convirtió en una trampa de fuego y en la tumba de 81 personas, jóvenes la mayoría. Minutos antes había cesado la música. Una averia eléctrica prendió las cortinas y se propagó en cuestión de segundos por todo el local, ubicado en tres plantas de sótano y decorado con más de 5.000 kilos de textiles, plásticos y cartón piedra, materiales altamente inflamables.
Muchos de los que huían encontraron las puertas de emergencia cerradas o bloqueadas. Otros intentaron usar extintores y mangueras que no funcionaban. Algunos empleados de la discoteca lograron salvar la vida al escapar por una puerta trasera, mientras cientos de jóvenes corrían perdidos por los pasillos. De las víctimas, 31 personas fallecieron carbonizadas; otras 13, intoxicadas; 36 más, por asfixia o aplastamiento. La víctima número 81 fue la hija de un matrimonio que vivía en uno de los pisos superiores del edificio, y que, tratando de huir del humo, cayó por la terraza al vacío.
Si los dueños de la discoteca, inaugurada tan sólo tres meses antes, hubiesen guardado "la más elemental diligencia", el desastre podría haberse evitado, según dejó escrito la Audiencia Provincial de Madrid en la sentencia que, 11 años más tarde, condenó a penas de dos años de cárcel a los cuatro propietarios del Alcalá 20, al electricista que puso la "deficiente" instalación eléctrica y al inspector del Ministerio del Interior que "no vio" las numerosas irregularidades del local (la condena de este último fue rebajada sustancialmente en 1995 por el Tribunal Supremo).
El Estado, declarado responsable civil subsidiario por los jueces, pagó 2.000 millones de pesetas (12 millones de euros) en indemnizaciones a las familias de las víctimas. Esa ayuda llegó en el verano de 1997, casi 14 años después de la desgracia.
La discoteca Alcalá 20 dejaba mucho que desear en todo lo relativo a la seguridad del recinto. La Audiencia Provincial de Madrid, y luego el Tribunal Supremo, constataron en 1994 y en 1995, respectivamente, hasta 19 infracciones del Reglamento de Espectáculos Públicos, la Ordenanza de Prevención contra Incendios y otras normas. La discoteca no contaba con salidas directas a la calle, las vías de evacuación tenían recorridos demasiado largos, todas las escaleras presentaban deficiencias, las puertas y los cierres no eran reglamentarios, la salida de humos brillaba por su ausencia... Un cóctel mortal que se alió con el aterrador incendio para dejar un reguero de cadáveres en la sala. Las deficiencias, según la sentencia del Supremo, «eran tantas y tan evidentes para cualquier observador medianamente despierto -nada digamos para unos empresarios del sector- que los consiguientes riesgos eran fácilmente previsibles y demandaban la consiguiente diligencia por parte de los explotadores del negocio».
La sentencia de la Audiencia Provincial de abril de 1994, ratificada al año siguiente por el Alto Tribunal, condenó a dos años de prisión a los cuatro propietarios de la sala como autores de un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte, lesiones y daños. Además, el tribunal absolvió al entonces concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid, Emilio García Horcajo, al no considerar delictiva su actuación.
http://www.elmundo.es/1998/12/17/madrid/17N0002.htmlRelacionados con la reapertura:
http://www.20minutos.es/noticia/306008/0/discoteca/cierran/alcala20/http://www.elmundo.es/albumes/2005/11/28/apertura_alcala20/index.htmlMe entere hace poco de esto y vaya tela...