Tras este inocente aspecto de vulgar bollería industrial, se esconde una de las mayores patrañas alimenticias que jamás se hayan conocido a este lado del Atlántico. Bony, Tigretón y Pantera Rosa fueron tres guarrísimos pastelitos que no tuvieron rival en las populares merendolas ochenteras. Quizá el Bollicao o la Nocilla pudieron llegar a tocar sus pies pero no hay duda que el tridente del antioxidante chocolatado fue el rey absoluto.
Bony y Tigretón era un maldito binomio inseparable; por algún oscuro motivo el spot publicitario pretendía vendernos al mismo tiempo los dos pastelitos con una pegadiza y demencial canción retro-ochentera ("Yo soy Bonny tu eres Tigre , Tigretón , el glotón..."). En la cruda realidad infantil, tenías que pertenecer a un bando: o eras de Bony o eras de Tigretón. Esa fue una de las primeras duras decisiones que tuvimos que tomar y de la que dependerían nuestras futuras redes sociales en el complicado mini-habitat colegial.
El sabor de los respectivos pastelitos era exquisito, pero ya en los 80 sabíamos la de mierda química que llevaba cada uno de estos pasteloides. La lista de ingredientes era larga y complicada (emulsionantes, acidulantes, anti-oxidantes, E-471, E-450...). A primera vista podían parecer los componentes para fabricar una bomba de uranio, pero no, aquello era la mierda que ingeríamos día tras día. ¿Que malditos efectos secundarios habrán tenido sobre nosotros tales guarradas? Está claro que nos ha convertido en seres propensos a depender de la química industrial (etanol, drogas psicotrópicas y cafeina) e incluso algunos lo han llevado más allá convirtiéndolo en su estilo de vida (léase jacoadictos).
Muchos ochenteros tigretoides odiaban el sabor de estos pastelitos pero los comían simplemente por los cromos que venían en cada paquete. Normalmente era un sobre blanco, lleno de chocolate por las 4 esquinas, que dentro llevaba el maná requerido por algunos en forma de cromo de series ochenteras como David El Gnomo o Los Diminutos. Normalmente los niños gordacos eran los que acababan la colección y podían considerarse líderes dentro de la movida tigretoide.
El tercer pastelito en discordia es la Pantera Rosa que probablemente fue el producto comercial con más elementos químicos en su haber, superando incluso al Mistol. ¿Como podían conseguir que aquel color rosado fuera atractivo a la vista y que encima tuviéramos ganas de pegarle una dentellada? Sencillo, se utilizaba la denominada sugestión química, cuanto mas antinatural y guarro es el color, más vende. Aunque a mi siempre me dio cierto reparo comer Panteras Rosas; me daba la impresión que me estaba metiendo un chute de droga química cada vez que lo mordía.
Probablemente su ingrediente más famoso fue el Gasificante E-450. ¿Que cojones era aquello? Parecía un arma química secreta de la Segunda Guerra Mundial lista para la erradicación de la generación ochentera, pero fue la clave para capturar a toda una generación de futuros gordazos con el colesterol por las nubes.
http://www.youtube.com/watch?v=Nlrh-6HrvBE