Bueno chicos, os voy a contar cómo me pude llegar a reir este fin de semana.
El sábado sobre las seis de la tarde me encontraba por mi casa echando un vistazo a unos apuntes. Sonó mi móvil, era Rodolfo. Es un colega chileno, de considerable edad, cincuenta y tantos, culto y con más ganas de fiesta que cualquiera de nosotros. Rodolfo vive en un piso con otros dos colegas y una chica. Bien, me llamó por si me apetecía ir de fiesta con ellos, ya que el día anterior estuve en su casa y no le prometí nada, no sabía si tendría ánimos. Le dije que no, que me quedaría por casa y tal, que ya había salido el viernes y que no. Al cabo de cinco minutos lo volví a llamar, después por re-decantar la balanza (apuntes/fiesta).
A las 8 estaba en su casa con la mochila y dos jerseys. Bajamos a por provisiones (barra de pan, latas de atún, fruta, 4 birras, agua, galletas y lentejas). Puesto que aquí en Barcelona no tenemos coche, cogimos un tren dirección Manresa. Teníamos que parar en un pueblo llamado Monistrol de Montserrat, a dos paradas de la última parada, que era Manresa. Con la tontería, uno medio durmiendo, el otro pensativo, y los otros que no sabiamos el nombre, no nos dimos cuenta y paramos en Manresa, en vez de en el pueblo. Preguntamos y no había tren de vuelta hasta la mañana a la parada correspondiente. Cogimos entonces un bus a otra estación de trenes, la de los catalanes. Mientras esperamos el tren de vuelta a Monistrol, cenamos un poco y echamos unas risas con chistes feministas (no por nada, sino que nos dio por ahí). Bien, llegamos a Monistrol y sólo se bajaron con nosotros un montañero y otra chica, ni ellos ni la chica que trabajaba en la estación consiguieron ayudarnos a indicarnos hacía donde estaba el siguiente pueblo. Vimos que el río Llobregat pasasba por el pueblo. Cogimos carretera (sin manta) y empezamos a caminar. Puesto que había muchos desvíos y estaban mal señalizados, tuvimos que parar un coche para preguntar. Nos dijeron que a los 4 no nos llevarían, pero que harían dos viajes de a dos. Y así fue, nos dejaron en otro pueblecito, situado más lejos de lo que teníamos previsto. Al re-encontrarnos los 4 nos partimos la caja porque tanto a ellos como a los dos que fuimos en el primer viaje los del coche se ve que perdían aceite y nos habían soltado frases sueltas.. del palo que si en ese pueblo al que íbamos había desaparecido mucha gente, que si a ver si tendrían que venir ellos a la fiesta también.. en fin, nos reimos un rato.
El pueblo consistía en un par de restaurantes y alguna masía suelta por los alrededores. Oíamos a ratos la música de lejos, pero no sabíamos exáctamente por dónde teníamos que tirar. Empezamos a subir por un camino montaña arriba. De repente, vimos como una luz que parpadeaba cada poco. Pensamos al principio que era una luciérnaga, pero conforme nos acercamos resultó ser un cable de cercado eléctrico. Por lo menos en el campo ya olía a aire puro, quizá con un toque de eno para los caballos que había por la zona. Decidimos volver a la carretera principal, ya que no íbamos por el buen camino. En la carretera nos encontramos un coche que venía de Lérida (preguntando se llega a Roma). Ellos venían a la fiesta también, les dijimos que nos dejaran puesta una bolsa en el camino que tocaba subir. Y así fue, en 10 minutos más de pateada vimos la bolsa y empezamos a subir camino. De repente pasamos de no ver un alma, a ver una caravana de coches que subía. Dos coches nos subieron hasta arriba. Al llegar nos encontramos otra masía medio en ruinas. Bajamos por un caminito hasta la fiesta.
Habían al llegar alrededor de 50 personas bailando, bajo un toldo atado a dos árboles, decoración y al lado otro toldo que albergaba un mini-bar. Tanto viaje me hizo elaborarme otro bocadillo antes de bailar. El lugar no podía ser mejor. Alejado, con colinas de trigo alrededor y bosque y, lo mejor, la escarpada Montserrat al fondo. Ya entonces habían caído un par de birras y empezamos a bailar, alternando con descansos en un lugar donde nos habíamos asentado. En la fiesta había buen ambiente, conforme pasaba la noche nos fuimos encontrando con seres con no tienen desperdicio. Hubo uno que nos ofreció hongos, que los iban a tomar todos cuando amaneciese (yo pensé que porqué al amanecer, ni que hubiese que planear una hora exacta para hacerlo, en vez de tomarlos cuando te apeteciese). En fin, pasaron las horas y el desgaste empezaba a ser considerable. Al amanecer Rodolfo nos dijo que si nos queríamos acercar con unos amigos. Era el chico este de los hongos que se había reunido con otros en el suelo. Había muchas risas, y yo me descojonaba con su comportamiento, puesto que el simple acto de llevarte los hongos al cuerpo lo realizaban como una ceremonia, en plan medio-tribal. Hubo uno que empezó a hacer el sonido de las campanadas de nochevieja (tong..), ahí no me pude contener más xd. Uno se pensó (para variar) que los cuartos eran las campanadas y empezó la ingesta de sustancias antes que los demás. El de los ruidos se lo reprochó de cachondeo y el otro se las sacó de la boca xdd. Bueno, al cabo de media hora o tres cuartos gran cantidad de gente empezaba a ir considerablemente colocada. La mañana no podía pintar mejor, la música fue evolucionando hacia algo más melódico y las sonrisas se iban intercambiando entre la gente. Había bastante energía, todos bailaban con contundencia y lo mejor, las chicas, que saben acompasarse a las melodías como nadie lo hace, es una gozada para la vista. Puesto que yo tenía, a pesar de los jerseys, bastante frío, Rodolfo me ofreció té que se había preparado, bastante caliente, y me colocó la olla encima de mis piernas. Con eso más el Sol que empezaba a brillar cada vez con más fuerzas, me repuse de nuevo. La situación era realmente graciosa. Verme a mí, en medio de exámenes finales, perdido por la Cataluña profunda, con el jersey que me dieron cuando jugaba al fútbol (es de algodón gordo y por eso lo cogí), sentado en un montículo, y con una olla aportándome calor al cuerpo. Sobre las once decidimos ir a dar una vuelta. Un amigo de Ibiza, Mariano, le preguntó a Rodolfo si el ácido lisérgico se sacaba del trigo. Yo, que tomarlo no, pero saber del tema sí, le respondí (hago un inciso para recomendar
www.erowid.org, sino se ha comentado antes), que el LSD proviene del Cornezuelo del Centeno, un hongo que se posa en el centeno, además de en otros cereales. Rodolfo nos contó que una vez leyó un libro que contaba, entre otras cosas, que los griegos se preparaban durante todo un año para una experiencia mística. Llegado el día, pasaban todos por una especie de santuario cercano al mar, con ciertos olores que estimulaban la experiencia, recogiendo su parte cada uno. Se adentraban un poco al mar y alomejor cientos o miles de griegos procedían a la ingesta de una mezcla que entre otras cosas llevaba dicho cereal. No dijo más, pero las palabras me impactaron. Le dije que a pesar de tener muchos menos estímulos sensoriales que nosotros (véase decoración (vista), psytrance (oido, corazón, alma, cerebro, médula espinal)) su experiencia podía llegar a ser varias veces más profunda que la que cualquiera que tome lsd hoy en día pueda llegar a tener. Después de charlar un rato más por el camino de otras cosas, volvimos a la fiesta. La gente continuaba a tope. Al rato llegaron tres policías e intentaron parar la fiesta. Hubo unos minutos que se llegó a parar la música incluso. La gente respondió con silvidos al alejarse los policías, reproches y sonrisas pícaras también. Al cabo de diez minutos, cuando se hubieron marchado, se repuso la música. Me impactó ver cómo la gente pasó de estar sentada, con el cuerpo poniéndolo a prueba a extremos insospechados al borde el agotamiento, al volver a oir la música no se tardó ni dos segundos en volver a llenar la sombra del toldo de botes. Gran imagen que me hizo considerar que era un buen momento, y que debía aprovecharlo y quedarme a bailar un rato más, a pesar de mi cansancio. Volví a dar otra vuelta con Mariano, y nos encontramos por un camino a tres ciclistas. El primero nos saludó, el segundo no nos dijo nada y, el tercero, que iba un poco atrasado, nos dijo que les daba ventaja a los otros dos xdd. Volvimos a la fiesta y me senté con el otro colega. Gran mezcla la que se había preparado en un bote de plástico, elaborada a partir de Hero Muesly triturada más añadido de leche. Empezó a desayunar con la cuchara cuando dos personajes le señalaron riéndose y uno de ellos se acercó. Le preguntó si era deportista, entonces ya casi me tiro montículo abajo riéndome. El amigo yo creo que no ha hecho deporte en su vida. Luego se acercó otra señora, de considerable edad, con un muñeco, todo el rato lo llevaba consigo. Estuvimos hablando un rato y luego se marchó a bailar más. Rodolfo nose qué hace (quizá porque estudió sociología), pero consigue atraer con cierta facilidad a hembras. Dos chicas también se acercaron a tomar té con nosotros. Sobre la una o las dos, después de una gran sesión de otro personaje de Ibiza, la música se paró. Mariano y yo decidimos despedirnos y marchar, ya rebentados, hacia casa. Rodolfo y el otro colega se quedaron con la gente a pasar el día por el campo. Camino abajo no teníamos como volver, así que empezamos a hacer autostop. Se pararon una pareja de vecinos de la zona, dijeron que iban a Manresa, como diciéndo un lugar lejano al que pensaban que nosotros no nos dirigiríamos. Les dijimos que nosotros íbamos ayí también, y nos empezaron a poner excusas. Al final sudamos y nos despedimos (algunos catalanes no les aguanto su forma de ser, no generalizo). Mariano decidió tomar los hongos que le habían sobrado de camino. El Sol ya pegaba con fuerza. Ya en la carretera nadie paraba, excepto a última hora, y gran sorpresa la nuestra, cuando un ¡cura! que venía de dar misa y sus historias se paró. Resultó que iba directo a Barcelona también a comer con sus padres. De puta madre. Me tocó a mi aguantar sus charlas acerca de sus creencias y su vida mientras Mariano dormía (no iba a pasar de él encima que nos bajaba). De todas formas aprendí un par de cosas, y resultó ser una gran persona. Dijo que había estudiado filosofía 6 años en alicante y 4 de teología, ojo. Finalmente llegamos a casa rebentados, me duché, me preparé algo de comida, y a dormir, que ya debían ser las tres o las cuatro de la tarde.
Pequeños detalles se me escapan seguro, pero en general me lo pasé muy bien. No fue un festival de la ostia, pero esta fiesta estuvo muy bien y ahí queda para el recuerdo. Y quien diga que en 2007 uno no se lo puede pasar como antes, está totalmente equivocado. Basta con estar en el lugar y el momento adecuados, con la gente adecuada (llegamos a ser 100 personas, no hace falta cantidad, sino calidad de las personas, y con calidad me refiero a cada uno poner de su parte para que el conjunto sea grande) y con la música adecuada.
Siento haberme extendido quizá con la letra, pero es como me gusta contar las cosas, porque sino se quedan algo cojas.