Una rave en Londres pone en jaque a la policíaQue la historia es cíclica y que lo único que cambian son los autores y los contextos es algo que se demuestra día a día y tenemos como ejemplo la rave ilegal que se celebró con el motivo o la excusa de Halloween y que, el pasado fin de semana, puso en jaque a la capital británica o, al menos, a su cuerpo de policía y a todos aquellos que se vieron afectados por el corte de calles llevado a cabo por los cuerpos de seguridad. La rave contaba con doscientos djs y 30 soundsystems, repartidos en 10 salas diferentes alojadas en un antiguo edificio de la Royal Mail británica.
Quién iba a pensar que, tras el famoso Criminal Justice Act de 1994, se volvería a dar un momento de semejante envergadura y trascendencia simbólica. Lo cierto es que era solo cuestión de tiempo. Cuestión de tiempo de que los factores se combinaran y el contexto lo favoreciera, tal y como ha declarado el promotor del evento: “Ha sido el primer evento en Londres de estas características desde hace 9 años. Sin dudas habrá un resurgir de este tipo de acontecimientos a cause de la situación económica que vive el país. Es un reflejo exacto de lo que ocurrió con la anterior recesión”.
Para poneros un poco en contexto, la anterior recesión que vivió el Reino Unido ocurrió a finales de la década de los 80, al mismo que tiempo que aparecía por primera vez en la historia el movimiento rave, el acid-house, el verano del amor, el éxtasis y, en definitiva, todos los factores que sembraron la semilla de lo que sería la electrónica en los décadas siguientes. Desde entonces, el Gobierno británico se embarcó en una cruzada contra los principales símbolos (raves, drogas, música electrónica) de lo que fue el movimiento de protesta social, bien de carácter lúdico o político, más importante e influyente desde los años de los hippies. A mediados de los 90, con la entrada en vigor de nuevas leyes para prohibir “eventos donde se escuchen una sucesión de ritmos y beats repetitivos y congreguen a un importante número de gente” (Criminal Justice Act), el movimiento tomó dos diferentes direcciones y, si bien la escisión ya se había producido con anterioridad dividiendo las fiestas de pago de las fiesta gratuitas, la nueva ley terminó de separar para siempre, transformando las raves legales y de pago en lo que se conocería cultura de club y devolviendo a lo “underground” y casi logrando exterminar los eventos gratis no autorizados. Vamos, la normalización y regulación de las raves, proceso por el cual pasaron a formar parte del aparto económico e industrial del Reino Unido.
El resurgir de esta clase de evento es la consecuencia de la llegada de una nueva generación de jóvenes, 20 años después, cansados de las mentiras políticas, las prohibiciones sin sentido y, en general, del sometimiento al poder del Estado y de un conformismo social casi instaurado por ley, como declaró a la prensa un joven “okupa”:”Nos estamos rebelando, pero no causamos daño a nadie. Somos diferentes grupos de gente pero el mensaje es el mismo, el sistema nos está fallando una y otra vez ” . Su importancia simbólica reside ya no solo en el hecho de que la rave tuviese lugar, sino en la retirada de las fuerzas de seguridad al no conseguir que los ravers abandonaran el que en su día fue el edificio de la Royal Mail británica. Por desgracia, tuvo que haber altercados, tras la aparición de los antidisturbios que no permitían a más gente entrar en el edificio. Hubo heridos leves en los dos bandos y tras algunas disputas, los ravers consiguieron que los antidisturbios se dispersaran y solo permanecieron en los alrededores algunos agentes a modo de vigilantes.
La mayoría de la prensa británica, como ya sucedió hace 20 años, vuelve a demonizar a los jóvenes, a los ravers, a la minoría, a las voces que se alzan, a culparles por no estar de acuerdo con el sistema pero los hechos hablan por si mismos y empieza a ser hora de que alguien les escuche. El fracaso del concepto de “rave legal” quedó demostrado este año en el tristísimo caso de la “Loveparade” donde los problemas de organización y coordinación de las fuerzas de seguridad tuvieron como consecuencia más de una decena de víctimas mortales. A buen seguro que de no haber aparecido la policía nada hubiese ocurrido en los alrededores de la “rave ilegal” que tuvo lugar este fin de semana en Londres, con ningún incidente registrado en el interior del edificio. Ahora toca reflexionar.
Extraído de:
www.noctamina.com