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Autor Tema: Historia de Salas Miticas  (Leído 6613 veces)
JORDIBARCELONETA
Desconectado

Sexo: Masculino Registro: 03-12-07


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« en: 03/12/07, 19:55:24 pm »

BARRACA


pasado 17 de diciembre de 2005, la mítica sala valenciana Barraca celebraba sus primeros cuarenta años de vida por todo lo alto con la presencia entre otros de uno de los más míticos dj's internacionales, François Kervokian. Cuarenta años en los que ha pasado de ser una pequeña tienda albergada en una clásica barraca valenciana a la típica sala de fiestas de los sesenta para acabar convertida en la actualidad en uno de los clubes más importantes de España, quizá solo comparable por su larga historia a la oscense Florida 135 . Pero sería bueno recordar que seguramente de no ser por lo que a principios de los ochenta se coció en Barraca , no existiría como tal la actual escena de clubes de música electrónica que puebla la península Ibérica…

Barraca abre sus puertas en 1965 en Les Palmeres , una pequeña pedanía costera del municipio valenciano de Sueca , que en unos años pasó de ser conocida como “ciudad arrocera de España” a punto neurálgico de la llamada por los medios de comunicación Ruta del Bakalao . Tras abrir como tienda, pasó rápidamente a convertirse en discoteca aprovechando el boom turístico que por esos años empezaba a hacerse presente ya en toda la costa levantina. Junto a otro conocido local de El Perellonet, Cala , empieza a atraer a los jóvenes de las poblaciones cercanas, en especial de Sueca, Sollana, Alzira, etc.

Todo cambia a partir de finales de los setenta en plena transición española. La llegada a la cabina de Barraca de Juan Santamaría comienza a generar un cambio de rumbo tanto en lo musical como en el modo de vivir la noche que ya no tendría vuelta atrás. Santamaría venía de pinchar en locales de Valencia como Oggi , Metrópolis o Distrito 10 y aplicaría en la discoteca de Les Palmeres la misma filosofía musical. Dejó de un lado la música funky y disco de raíces negras proveniente de América para realizar unas sesiones totalmente eclécticas, combinando en ellas desde jazz y post-punk hasta ópera, todo a partir de bases de música blanca totalmente alejada de lo que por aquel entonces todo el mundo concebía como música de discoteca. En 1980 llega a los platos de la cabina de Barraca el dj Carlos Simó . Con él la evolución se haría total.

Carlos Simó decide apostar por los nuevos sonidos que en ese momento aparecen a escondidas en el panorama musical mundial. Definitivamente se apuesta por las nuevas tendencias, música synth-pop, la primera electrónica y la new wave de guitarras blancas en detrimento de la música disco, considerada por la juventud valenciana de la época como música garrula y antigua, aunque eso sí dejando caer de vez en cuando pinceladas funky o temas clásicos del soul. Toda esa mezcla hacía de las sesiones de sábado noche de Barraca una cosa única en todo el Estado español. Era por tanto posible escuchar en las noches barraqueras música de formaciones como Human League, Sex Pistols, The The, Tom Waits, Camouflage, Kraftwerk, Dream Sequence, Spandau Ballet, Simple Minds, Talk Talk, Joy Division/New Order, The Smiths, Happy Mondays, A Splint Second, B Movie, Pink Floyd, Ramones, Depeche Mode, Supertramp, New Model Army, Radio Futura, Gary Numan, etc. Barraca pasó a convertirse en punto de encuentro para todas las tribus urbanas que poblaban Valencia. Tanto new romantics, mods, punks, rockers, etc., se reunían en un ambiente de total sintonía. Si en Valencia capital el encuentro de miembros de dichas bandas acababa casi siempre en pelea (el odio entre unos y otros era total), Barraca fue un lugar de tregua, en el que lo importante era vivir la música y sentirse libres de la sociedad por unas horas.

Hay que tener en cuenta que este hecho fue posible en Valencia por varios motivos, entre ellos la situación prácticamente underground de la ciudad respecto a las grandes urbes nacionales como Madrid o Barcelona tras el final de la dictadura y el paso a la democracia del país. En Madrid todo giraba alrededor de la Movida , formada por los grupos españoles que se formaron tras la dictadura con ganas de experimentar y componer una música libre de censuras y controles por parte del gobierno. Mientras, Barcelona se encontraba todavía muy en primera plana, muy a la vista, como para poder generar una revolución musical como la vivida en Valencia.

Extrapolándolo al Reino Unido, podríamos decir que Madrid y Barcelona representaban a las grandes ciudades británicas de la cultura, como eran Londres y Liverpool. En cambio, Valencia sería comparada rápidamente con el Manchester de finales de los setenta, el Manchester de los Sex Pistols, Joy Division (que poco después y tras el suicidio de su líder Ian Curtis, se convertirían en New Order), The Smiths, Happy Mondays, etc., y por tanto Barraca sería el club equivalente al famoso Hacienda . Tanto los jóvenes de Manchester como de Valencia buscaban su lugar en un mundo en el que todo giraba alrededor de las grandes capitales y lo socialmente aceptado como moderno. Era por tanto un público nihilista y abierto plenamente a las nuevas tendencias tanto musicales como culturales. Barraca comenzó a ser frecuentada por gente muy diversa, estrambótica en muchos casos, de distinta clase social (desde el llauraor de pueblo hasta el más pijo de la capital), de diferentes edades y también se convirtió en uno de los primeros locales en los que no importaban la tendencias sexuales de los asistentes, viéndose por sus pistas a los primeros drag-queens de Valencia. Barraca pasaría a albergar también importantísimos conciertos de grupos como New Model Army, Lou Reed, Killing Joke…

Debido al éxito de la sala, otra discoteca abierta en septiembre de 1980 a pocos metros, Chocolate , se pasaría a la misma onda festera. Bajo los mandos en cabina de Toni “El Gitano” primero y a partir de 1986 de Jose Conca , Chocolate se convertiría en la antítesis de Barraca . Mientras en ésta todo era colorido, Chocolate sería oscuridad, se convertiría en la sala dura por antonomasia de la noche valenciana. Chocolate se centró más en la incipiente música electrónica combinándola con el rock gótico, con el punk y con toda la llamada música oscura. Allí la base musical eran formaciones como Front 242, Nitzer Ebb, Ramones, The Cure, The Mission, Sisters of Mercy, Clan of Xymox, The Neon Judgement, Elegant Machinery, The Cult, etc.

Tuvo gran importancia en el éxito de la noche valenciana la aparición de una nueva droga, la mescalina. Mientras en las grandes ciudades la heroína hacía estragos en los jóvenes ávidos de nuevas experiencias, en Valencia la droga de moda esos años fue sin duda la mescalina. Una droga excitante que mezclada con alcohol producía un efecto de felicidad total a sus consumidores. Les hacía imaginarse que por unas horas estaban en otro mundo, un mundo en el que ellos eran los protagonistas, un mundo de felicidad total completamente diferente al mundo real que debían sufrir como el resto de los mortales de un sábado a otro.

En 1984, abría sus puertos en Pinedo, más cerca de Valencia ciudad, la que se convirtió en la discoteca de la locura, de los excesos, Spook Factory , la Fábrica de Espectros. Con una línea musical muy en la onda de Chocolate pero con un estilo propio, Spook se convirtió en la sala más radical de Valencia. Era una sala para gente que quisiera evadirse por completo y que estuviera dispuesta a gastarse el dinero en la barra hasta el momento del cierre. Una mítica pintada en los servicios de Spook podría servir para resumir esta filosofía: “ Quiero morir en los váteres de Spook Factory ”.

Ante la aparición junto a Barraca de las duras Chocolate y Spook Factory primero, y poco después de la colorista Puzzle y Espiral , la noche valenciana se convertía en una enorme ruta de la fiesta en la que lo importante era disfrutar al máximo. Miles de jóvenes salían de sus casas los fines de semana con la intención de evadirse por completo de los problemas cotidianos que sufrían entre semana. Miles de jóvenes con la única intención de vivir al límite y bailar las horas que fueran necesarias. Poco después vendrían más salas como ACTV , NOD , Heaven , The Face , etc., y la situación acabó por saltar a primera línea del panorama nacional.

El reportaje de Canal + sobre la Ruta hizo que la noche valenciana pasara a ser aún más conocida en todo la nación, haciendo así que miles de jóvenes de todo el país y del extranjero acudieran en masa cada fin de semana para vivir aquella locura de fiesta sin horarios que los valencianos habían creado a lo largo de los años. La sociedad de la época empezó a recelar de la fiesta valenciana, acusándola de prácticamente de todos los males que según ella afectaban a los jóvenes españoles…

Entre el 90 y el 94, Barraca y las demás salas de Valencia viven su cénit. Todas las discotecas llenan sus sesiones de jóvenes festeros, desde los viernes por la noche ( Spook Factory ) hasta los lunes ( ACTV y NOD ). Es la época del cambio musical. El paso de la música techno pop, industrial, new beat y EBM al llamado bakalao, estilo resultante de la mezcla de elementos del hardcore techno, el EBM y el rock gótico y que acabaría evolucionando hacia la makina valenciana, mezcla de sonidos del comercial italo-dance, el trance centroeuropeo, el hardcore holandés más suave y el techno post-industrial. Los bpms de la música en sesión se aceleraría gradualmente pasando de los 120 hastá los 150 en muchos casos. La desaparición gradual de la mescalina y la aparición de nuevas drogas como el speed o el éxtasis acompañarían la radicalización musical de noche valenciana hasta casi acabar con ella. Debido a la fama alcanzada, la ruta empieza a ser perseguida por el gobierno. Se hacen las primeras restricciones horarias y se organizan numerosos controles de alcoholemia y drogas en las carreteras principales de acceso a las discotecas. La juventud se siente perseguida y muchos de los habituales de la noche empiezan a dejar de salir para evitar problemas con la policía. Además, los medios de comunicación en su línea habitual demonizan y exageran todo aquello que tenga que ver con el bakalao. El lunes se decía que en el fin de semana habían fallecido 200 personas en la carretera debido a la ruta, cuando en realidad muchos de esos accidentes habían tenido lugar a kilómetros de distancia de las discotecas valencianas y que por tanto no tenían nada que ver en realidad. Era el principio del fin…

Barraca tenía que cerrar momentáneamente sus puertas para reabrir poco después. La mayoría de discotecas notaron en exceso la persecución política y veían sin poder hacer nada como cada vez más sus parkings no llegaban a llenarse ni a la mitad de su capacidad. Entre el 96 y 97, se producen numerosos cierres de locales emblemáticos como ACTV , Heaven o Spook Factory . Solo algunas discotecas como Barraca , Chocolate , Puzzle o The Face consiguen permanecer abiertas durante un tiempo más. Barraca acaba cerrando de nuevo hasta que en 1999 se produce un nuevo cambio en el espíritu de la sala.

La llegada a la cabina barraquera de Danny Fiddo y Víctor Fletcher provoca una nueva revolución musical. Comienza a sonar música techno en muchas de sus variantes, sonando temas de The Chemical Brothers, The Prodigy, Jeff Mills, etc. También cambia la visión de los valencianos hacia el house de calidad gracias a la llegada de Jose Maria Aboga a la Terraza de Barraca , donde consigue junto a David Verdeguer crear un sonido alegre y desenfadado que consigue calar hondo en los habituales barraqueros. Con los inicios del siglo XXI y la entrada en Barraca de la productora .beat , los djs residentes Danny Fiddo , David Verdeguer , J.M. Aboga , Pedro Bol , Sergio Máñez y Javi “Nano” consiguen convertirla en el club after hours de referencia para los domingos en Valencia.

Una fecha clave para el reconocimiento de Barraca como club de referencia, ya no de Valencia, si no de toda España, es la celebración en el verano de 2003 del primer Palmeres Festival , que ha tenido su continuidad con dos ediciones posteriores. Desde entonces la nómina de star djs que han pasado por las cuatro salas de Barraca (House Room, Terraza, Barraca y El Circo) es impresionante: Jeff Mills, Alexander Kowalsky, Mistress Barbara, John Acquaviva, Laurent Garnier, Hernán Cattaneo, Oxia, Technasia, etc. En 2004 se planea abrir además de los domingos, los sábados en las denominadas fiestas Plan B , pero el poco éxito de la apuesta y la inversión realizada golpea fuertemente los cimientos del club.

Lamentablemente y debido tanto a las nuevas restricciones horarias, y sobretodo el aumento de la competencia para los domingos tarde-noche, la afluencia a Barraca va cayendo hasta que el día de Año Nuevo de 2005, el club debe cerrar de nuevo sus puertas. Sin embargo, con la entrada de la productora valenciana Night Planning , se decide abrir en fechas especiales sin una periodicidad clara establecida. En fallas de 2005 se celebra el Sensations Festival durante casi 30 horas de fiesta y con un cartel de djs invitados de muchos kilates entre los que destaca el estadounidense Stacey Pullen. Ya en verano se celebran el Sensations Summer Party y la tercera edición del Palmeres Festival con grandes nombres como Ken Ishii, Tiga, Jesper Dahlback, Josh Wink o James Holden entre otros.
Ante la gran acogida por parte del público de estos eventos, la productora y la dirección de la sala abre de nuevo una vez al mes para poder ofrecer una alternativa de calidad a los jóvenes y no tan jóvenes, clubbers valencianos. Durante estos últimos meses, Barraca ha abierto regularmente con grandes invitados, como ha sido el caso de Sven Väth, Valentino Kanzyani, Abe Duque, Kevin Saunderson, Richie Hawtin, Troy Pierce o en último caso, el gran François Kervokian, encargado en una cita tan especial como el 40º Aniversario de repasar junto a los residentes actuales muchos de eso discos que forman ya parte de la historia musical de un club como Barraca , historia viva de la música electrónica y que afronta con gran fuerza y en primera línea de combate el nuevo año 2006 donde en Febero vuelve a abrir sus puertas semanalmente...

por Rafa Matoses Martorell aka Raszia para la revista A Little Beat (www.alittlebeat.com)





CHOCOLATE

ORÍGENES 1978-1980

En pleno proceso de transición democrática en España, una revolución musical se iniciaba en Valencia a finales de los setenta. En Barraca se producía un profundo cambio de filosofía. Se pasaba de la música disco funky y disco que por aquel entonces se pinchaba en las discotecas del país, a un estilo totalmente diferente y a primera vista inadecuado para las pistas de baile. Se trataba de una combinación de diferentes estilos de música blanca, como el rock sinfónico, el punk, la primera electrónica y sobretodo la música de la llamada new wave. Pronto esta nueva filosofía cala hondo en los jóvenes valencianos. En Barraca se empieza a escuchar a formaciones en su mayoría británicas, más concretamente a las provenientes de Manchester como The Smiths, Joy Division (que después pasarían a llamarse New Order tras el suicidio de su líder, Ian Curtis), The Sex Pistols o los Happy Mondays. Junto a ellos, se pincha en Barraca la música de Camouflage, Kraftwerk, U2, Simple Minds, B Movie o Talk Talk por citar algunos.
Hay que puntualizar que para que este cambio musical se produjera en Valencia, fue muy importante el hecho de que la ciudad estuviera en un estado de total olvido por parte de las débiles autoridades nacionales del momento, mucho más centradas en las grandes urbes como Madrid y Barcelona. Los jóvenes valencianos sentían una total desconexión respecto a los movimientos culturales que se vivían en estas ciudades como por ejemplo la “movida” madrileña. Los valencianos no se resignaron a su papel de secundarios en la escena joven nacional y decidieron apostar por una música y una filosofía nihilista que les desmarcara del global de la juventud española. Debido a la apuesta por el sonido Manchester, muchos autores y periodistas musicales han querido ver una cierta similitud entre dicha ciudad inglesa y Valencia, ya que Manchester se encontró en los setenta en una situación muy parecida a la que se viviría en Valencia. Siempre a la sombra de Londres y Liverpool, en Manchester aparecieron de la nada una serie de grupos que de la mano del punk y el rock promulgaban un espíritu libre y totalmente contrario de lo socialmente establecido como correcto. Este nihilismo llegaría sin duda mucho más lejos en la juventud valenciana durante la década de los ochenta. Es en este nuevo contexto de ocio nocturno en el que nacería Chocolate…

NACIMIENTO 1980-1984

En un antiguo secadero y almacén de arroz de la ciudad de Sueca, en concreto en una de sus pedanías, Les Palmeres, nacía tras el verano de 1980 la discoteca Chocolate Cream. A pocos metros de Barraca, Chocolate Cream conseguiría rápidamente hacerse un hueco en la noche valencia y comenzó a atraer gran cantidad de público. La apariencia que se le dio a la sala producía gran curiosidad por su estética, ya que estaba inspirada en la casita de chocolate que aparecía en el cuento de Hansel y Gretel. Los chorreones de nata y chocolate (aún visibles hoy en día en algún punto de la discoteca) y la decoración interior le daban un toque de fantasía que servía a los allí presentes como evasión del mundo real al que estaban ligados de lunes a viernes. Unos pocos años después, la discoteca pasa a denominarse simplemente Chocolate y se reforma para darle una mayor importancia a la pista de baile. En esa época, el responsable de la música que sonaba en Chocolate, el dj, era Toni Vidal, conocido popularmente como Toni “El Gitano”. A diferencia de Barraca, en Chocolate se apostó rápidamente por darle un toque algo diferente al estilo musical de la sala, mucho más oscuro y duro, para así poder diferenciarlas y crearse un público propio.

EL AUGE 1984-1989

El éxito de Chocolate y Barraca produciría que en la noche valenciana comenzaran a surgir nuevas propuestas para los jóvenes. En 1984 aparecería en Pinedo otra sala legendaria, Spook Factory. Se situó a medio camino entre Barraca y Chocolate, aunque más cercana por su oscuridad y su toque gótico a ésta última. Poco después vendrían las demás, Puzzle, Espiral, ACTV, NOD, Heaven…
Se convirtió en algo normal el ver en las salas valencianas una mezcolanza de jóvenes de diversas tribus urbanas; punks, pijos, rockers, skins, mods, new romantics, se encontraban bailando codo con codo todos los fines de semana sin mirarse por encima del hombro unos a otros, en una especie de tregua no escrita en la que se olvidaban completamente las rivalidades históricas que hubiese entre ellos. Allí lo importante era la fiesta, la música, la evasión en definitiva de la vida corriente.
En 1986 se produciría un hecho que haría que Chocolate se transformara sin duda en una de las salas más veneradas por todos los festeros ya no solo de Valencia, sino de todo el estado. Proveniente de el primer alter de la ciudad y sin haber cumplido aún la mayoría de edad, llegaba a la cabina de Chocolate el que por muchos años sería su dj residente, Jose Conca. Con su llegada la música se volvería aún más dura y oscura, quedando así marcado para siempre el estilo diferencial de Chocolate hacia las demás discotecas. Conca apostó por grupos más oscuros, por más pop-rock gótico y sobretodo empezó a meter el sonido industrial y EBM (Electronic Body Music) que llegaba procedente sobretodo de los Países Bajos. Durante finales de los ochenta, lo que normalmente se oía en Chocolate era la música de formaciones como The Cure, Ramones (uno de los grupos favoritos de Conca), The Misión, Sisters of Mercy, The Neon Judgement, Depeche Mode, Minimal Compact, The Cult, Clan of Xymox, Front 242 o Nitzer Ebb. También había hueco para grupos españoles como por ejemplo Radio Futura, que llegó a celebrar algún concierto en la discoteca.
En esa época la noche valenciana ya era conocida en toda España, tanto entre los jóvenes como entre los artistas y la gente de la farándula en general. No era nada raro encontrarse en salas como Chocolate, Barraca, Puzzle o Spook a gente como Alaska, Almodóvar, Loquillo, o los hermanos Auserón de Radio Futura. También el famoso diseñador valenciano Francis Montesinos se convirtió en un habitual los fines de semana, llegando a celebrar pases de moda en varias salas, entre ellas Chocolate. La burbuja seguía creciendo y ya no había marcha atrás. Cada vez los horarios se extendían más y más ante la permisividad de un gobierno regional más preocupado en otros menesteres. Los fines de semana se convirtieron en interminables fiestas para los jóvenes valencianos, que podían estar prácticamente sin problema de fiesta en fiesta, de discoteca en discoteca, desde el viernes hasta la mañana del lunes.

CONSOLIDACIÓN 1989-1994

Llega el final de la década y Chocolate ya es plenamente reconocible con su famoso logo del soldadito y con su himno. El himno con el que cada noche se inaugura la parte fuerte de la sesión fue en sus inicios la pieza In the Hall of Mountain King, de la suite Peer Gynt de Eduard Grieg. El tema original se remezclaría en varias ocasiones en años posteriores hasta llegar a la versión actual. Sería en el año 93 cuando un “segundo himno” se hiciera célebre en Chocolate, el DLM – Let Yourself Go, tema con el que se lleva cerrando la sesión desde entonces todos los sábados.
En lo musical, un cambio de estilo va produciéndose en la discoteca. Con la llegada de los noventa el sonido pop-rock pasa más a un segundo plano y se apuesta más por los nuevos estilos de música electrónica que van llegando desde Europa y en menor medida desde EEUU, el EBM, el New Beat y el Acid House. Es en ese momento cuando una nueva formación valenciana revoluciona la noche y se convierten en pioneros en cuanto a producción de música electrónica se refiere. Megabeat, grupo formado por el entonces dj de Spook Frank Lenaers, Julio Nexus y Gani Manero, arrasa con sus producciones desde unos años atrás; temas míticos como Es Imposible No Puede Ser, Strange o Balada para Jet Harris se convierten en himnos de la noche valenciana y provocan el nacimiento de nuevas formaciones. En el año 1991 llegaría Chimo Bayo con su Así Me Gusta a Mí para acabar de revolucionar el panorama musical español. De esa irrupción musical derivaría la aparición del Bakalao, nuevo estilo formado por la mezcla de elementos de otros, como el hardcore techno, el EBM y el rock gótico y que acabaría evolucionando en los años venideros hacia la mákina, mezcla de sonidos del comercial italo-dance, el trance centroeuropeo, el hardcore holandés y el techno post-industrial. En el año 1992 el cambio musical iniciado unos años atrás llegaba a su fin y prácticamente lo único que se escuchaba ya era música electrónica. En gran parte el llamado Bakalao pero siempre sin olvidar los sonidos provenientes de centroeuropa.
En 1993 Chocolate marca un nuevo hito al convertirse en la primera discoteca del país en poner a la venta en toda España una sesión grabada en directo en la propia discoteca. Ese primer recopilatorio, publicado por Contraseña Records, se llamó “Chocolate en Directo” y fue pinchado mano a mano por el residente de la sala, Jose Conca, y Víctor Pérez, dj de Contraseña. El disco fue un éxito total de ventas y consiguió que la fama de Chocolate aumentara aún más en todo el país. El éxito del bakalao y la mákina provocó el nacimiento de varias discográficas en la Comunidad Valenciana, como la ya citada Contraseña, Lucas Records, Pink Records o Prodisc, comandada ésta última por el propio Jose Conca.
Pero no todo eran buenas noticias para la noche valenciana. Con la aparición de las cadenas privadas de televisión, llegaría también un mayor interés por conseguir audiencia mediante noticias cuanto más sensacionalistas y escandalosas para la opinión pública, mejor. Así, los medios de comunicación comenzaron a fijarse en el fenómeno social que era todo lo relacionado con la noche valenciana los fines de semana. En 1993 es cuando se realiza el primer reportaje sobre la noche valenciana. El famoso documental de Canal + “Hasta que el cuerpo aguante” mostraría a los espectadores una realidad bastante desvirtuada de lo que en realidad era el salir de fiesta de Valencia. Desde los medios se comenzó a nombrar tal fenómeno como “Ruta del Bakalao”, denominación que los propios valencianos ni utilizaban ni aceptaron en adelante. Se empezó a demonizar todo lo que tuviera que ver con la noche, las leyendas urbanas pasaron a ser noticias verídicas según los medios. Se relacionó rápidamente a la “ruta” con diversos adjetivos que solo podían que traer problemas, como drogas, alcohol, sexo, violencia, accidentes…

SOBREVIVIENDO 1994-1998

Los años duros llegaban a la noche valenciana tras el nuevo interés mostrado desde la prensa y ahora por los políticos. El tema de la “ruta del bakalao” sirvió a los políticos de la época como medio para desviar las miradas sobre asuntos más importantes. Según ellos, qué había más importante que el futuro de la juventud española. Así pues, los políticos que hasta ese momento se habían mostrado ya no impasibles sino permisibles con todo el fenómeno valenciano se convirtieron en bandera de la lucha contra todo lo relacionado con la “ruta del bakalao”. A partir de entonces se produjeron recortes horarios y la presencia de controles policiales se multiplicó drásticamente con el fin de cazar a cuantos más “jóvenes imprudentes” posibles. La demonización de todo lo que girara alrededor del bakalao comenzaría a provocar muchos problemas ya no solo a los jóvenes festeros, sino también a las propias discotecas.
Debido precisamente a la “publicidad” que de la ruta hacían los medios, las discotecas valencia se vieron invadidas por más y más jóvenes de todo el país que querían vivir en sus propias carnes toda aquella orgía de música y fiesta que veían a diario en los informativos nacionales.
Son los años 1994 y 1995 los últimos de gran éxito de la ruta. Chocolate llenaba sábado tras sábado sus parkings de festeros que bailaban al son de la música que Jose Conca y sus compañeros de cabina, Toni Martínez y Víctor Conca, seguían seleccionando en la cabina de la discoteca. A diferencia de muchas otras salas, en Chocolate la música no era simplemente bakalao y mákina, sino que se apostaba por otros sonidos provenientes de Bélgica, Holanda y Alemania como el Hard Trance, el primer Hardcore o el Techno. Se renunciaba deliberadamente a la comercialidad tan presente en otras salas, por lo que era ya muy difícil escuchar temas vocales, pasteles como se les denominaba, en la pista de Chocolate. La principal eran las bases makineras y techno sabiamente mezcladas con temas hard trance como los clásicos Jens – Loops & Tings o Commander Tom – Are Am Eye. Precisamente esta diferenciación musical fue la que provocó en gran medida que Chocolate se hiciera con un público fiel que jamás dejó de acudir a la sala. Durante estos años la discoteca publicaría dos nuevos discos, los primeros de la saga Chocolate Mix. En realidad se trataba de recopilatorios de los temas que por entonces sonaban en la discoteca, pero sin incluir ninguna sesión. La fama de Chocolate hizo que la sala fuese elegida para aparecer en la película “Killer Barbys” del director Jesús Franco, un film de terror, con buenas dosis de humor, protagonizado por los miembros del grupo de indie-rock Killer Barbys y por Santiago Segura.
Desgraciadamente, los años 1996 y 1997 se produjo una gran crisis de público en la mayoría de discotecas de la zona, debido sobretodo a la implacable persecución tanto mediática como policial a la que los jóvenes se veían sometidos. Esta persecución provocaba el que la juventud dejara de coger el coche para salir de fiesta y se decantara más por quedarse en la ciudad. Así, muchas de las salas que tan solo años atrás estaban siempre llenas tuvieron que cerrar sus puertas. La primera, un tiempo atrás, fue NOD, después vendrían otras clásicas como Espiral, Heaven, ACTV, Spook y Barraca. De las importantes solo sobrevivirían Chocolate, Puzzle y The Face.

RESURGIMIENTO 1998-2001

A pesar de la crisis que vivía el sector, Chocolate seguía con su público y con su estilo único de música. De pronto, el año 1998 se iba a convertir en una nueva gran época para la discoteca. Coincidiendo con el lanzamiento del recopilatorio Chocolate mix 3 que de nuevo incluía una sesión de la discoteca, Chocolate vuelve a convertirse en la sala nº 1 de Valencia. Ese modo único para saber combinar diferentes estilos en sesión sería fácilmente reconocible por todos los festeros del país como “Sonido Chocolate”. Tras la celebración en octubre de un apoteósico 18º Aniversario, la sala decide lanzar a finales de ese mismo año un nuevo recopilatorio, el Chocolate Mix Blanco, un triple cd en el que los dos primeros contenían 20 temas en versión maxisingle representativos del sonido Chocolate del momento, mientras que el tercero era una “live session” pinchada por Jose Conca. Esa sesión se convertiría rápidamente en legendaria para todos los chocolateros, tanto por la calidad de los temas que en ella aparecían como por la perfección de las mezclas. En esos meses y principios del 99, un nuevo estilo se incorporaría a la gama de sonidos pinchados en Chocolate. El Jumper, de origen belga pero rápidamente adaptado también por los productores holandeses llegaría para suplir el hueco dejado por la mákina. Las producciones de gente como Da Boy Tommy, Da Tekno Warriors o Da Rick se convertirían en la base musical de la discoteca, la base sobre la que a partir de entonces iban a girar los demás estilos tan apreciados por los chocolateros de la época.
Durante los dos últimos años de milenio, el 99 y el 2000, Chocolate seguiría en lo más alto. Los dos recopilatorios publicados en esos años, el Chocolate 4 y el Chocolate 5, serían de nuevo un éxito total de ventas; y es que era prácticamente salir un día a la calle en Valencia y no oír algún coche con estos cds sonando en sus equipos. Es en estos años cuando a raíz del éxito del jumper, el sonido de Chocolate se vuelve más duro al incorporar temas de dos nuevos estilos, el Newstyle y el U.S. Hard House. El primero procedía de Holanda y había nacido como una especie de renacimiento del Hardcore, que tras unos años de comercialización debido al happy hardcore, necesita un nuevo impulso. Así nació el newstyle, una mezcla entre el jumper importado desde Bélgica y el Gabber. Los grandes abanderados de este estilo fueron gente como The Stunned Guys con su archiconocido Thrillseeka. Por su parte, el U.S. Hard House venía, como su propio nombre indica, de los Estados Unidos. Era un estilo parecido al jumper pero con mayor presencia de sonidos ácidos sacados de la clásica TB 303 tan utilizada una década atrás en el apogeo del acid house. Los productores más destacados de este género eran y siguen siendo los californianos Mark V & Poogie Bear, que con temas como This Is Los Angeles o Funkier se ganaron rápidamente al público chocolatero. Así pues, la sesión era iniciada en las primeras horas después del himno por el sonido más duro para ir pasando a unas horas en las que los temas del momento eran combinados con grandes temas chocolateros de los años 90 para finalizar a última hora con la llamada música de mañanitas, básicamente temas progressive y trance que servían a esas horas para preparar a los asistentes para el momento del cierre, en el que se volvían a poner los temas más destacados, tanto duros como melódicos, y finalizar con el Let Yourself Go.

REGENERACIÓN 2001-2004

En abril de 2001 se celebraría la primera de unas fiestas que desde entonces se han convertido en las más esperadas por gran parte del público de Chocolate. La primera fiesta “Aquella noche del…” rendía tributo al año 95 con la presencia de algunos de los mejores djs de aquella época. El éxito de la fiesta fue tal que el 7 de julio de ese año se haría la segunda, con sorpresa incluida para los asistentes, la que hasta la fecha ha sido la última actuación en directo de un grupo en Chocolate; el grupo valenciano Sensity World, autores en los noventa de un gran número de producciones dance hacía las delicias de los allí presentes recordando sus temas más conocidos, entre los que se encontraba claro está la famosa remezcla que hicieron al clásico de los ochenta de New England, Get it Up. Desde entonces han seguido celebrándose regularmente fiestas “Aquella noche de…” tanto del 95, como del 96 y ya más recientemente del 98.
Por unas cosas y por otras, semanas después de celebrarse la segunda y tras la publicación del reciente Chocolate Mix 6, Jose Conca sale de la cabina de Chocolate. Para mantener el estilo chocolatero, se decide que los djs residentes sean Dj Juanfran y Alberto Suárez. Lo malo es que en 2002 las producciones de sonido 100% chocolatero empiezan a escasear, por lo que se hace más complicado mantener el mismo estilo de los últimos años y se debe empezar a tirar de otros estilos que estaban en boga en esos momentos como el bumping, lo que hace que el sonido que emanaba Chocolate en aquella época ya no fuera tan diferente al que se podía escuchar en otras salas. A finales de 2002 y principios de 2003 la cabina cambia de residentes, pasando a pinchar en la sala Héctor Alias, Dj Polo y Óskar 41. Paralelamente al cambio progresivo de la música, otros factores empiezan a afectar a Chocolate y las demás salas cañeras. El cambio de costumbres nocturnas de los jóvenes se ve reflejado en que cada vez más se prefiere el fenómeno de las macrodiscotecas sobre el de las discotecas clásicas de una sola sala y un solo sonido. Esto va repercutiendo poco a poco en una bajada de asistencia a todas las salas, incluida Chocolate. Héctor intenta combatir este fenómeno y para regenerar un poco la imagen de Chocolate y a su público, apuesta por una línea musical no tan dura como era costumbre en Chocolate, pinchando sobretodo progressive, bumping, más pasteles que antes y el nuevo Newstyle nacional nacido en Valencia y que se encontraba mucho más cercano al U.S. Hard House que al propio Newstyle holandés.

CAÍDA Y RENACIMIENTO 2004…

Lamentablemente Héctor no consigue su objetivo y la sala sigue perdiendo clientela durante la segunda mitad de 2004. Tras el aniversario de ese año, los nuevos residentes de Chocolate pasan a ser Óskar 41, Víctor Conca y Dj Osama, que sin embargo no pueden evitar la dura decisión que la dirección de Chocolate iba a adoptar, el cierre definitivo de la discoteca. Se marca la fecha final para Chocolate, el 6 de noviembre de 2004. Ese día y para recordar toda la historia de Chocolate, acudirían a pinchar casi todos los djs que en algún momento de su vida habían sido residentes de la discoteca. Con un horario especial que se alargaría hasta más allá del mediodía, se celebraría la última gran fiesta de la mítica discoteca.
Ante tal noticia, los chocolateros de todas las generaciones acuden en masa ese día para despedir como se merecía la que durante muchos años había sido su segunda casa, el lugar donde habían disfrutado como en ningún otro, donde habían hecho inolvidables amistades y donde en definitiva, se habían dejado una parte de sí mismos. El lleno es total, hacía años que no se veía algo así, todos los djs sacarían lo mejor de sus maletas para el que en algún momento de su carrera había sido su público. Pero los chocolateros no podían rendirse ante la desaparición de la discoteca. A través de sms, Internet y la emisora + Radio, se convocaba a una manifestación que se celebraría el siguiente sábado por la noche en el propio parking de la discoteca. Cientos y cientos de chocolateros, incluidos varios miembros de la sala, acudían esa noche como si fuera un sábado más, como si no hubiera pasado nada y la discoteca fuera abrir como había hecho durante 24 años.
Este hecho llega a aparecer en la prensa y sirve para demostrar a la dirección que Chocolate debía seguir abriendo sus puertas. Así lo considera y decide que a partir de entonces la discoteca abriría una vez al mes, dos a lo sumo, para poder congregar siempre que abriera a un mayor número de chocolateros. La fiesta de reapertura en el puente de diciembre es un éxito total, continuado la noche del 25 de diciembre de ese año con una fiesta que muchos chocolateros estaban esperando desde hacía más de tres años. Esa noche se produciría el reencuentro de Jose Conca con Chocolate. La discoteca se llenó de nuevo por completo tanto de los chocolateros más recientes como de los más veteranos. De nuevo en cabina, Conca pincharía una sesión de más de cinco horas ante el delirio del público asistente. Eso le haría seguir regresando a pinchar a la discoteca en las siguientes fiestas remember celebradas durante los meses que vendrían.
Gracias a la cabina definitiva y a su constante búsqueda de material discográfico, se consigue recuperar un estilo 100% identificativo con Chocolate y su historia. De nuevo el “Sonido Chocolate” vuelve a ser único en todo el país, por lo que la sala vuelve poco a poco al primer plano de la escena nacional. En el año 2005 y para celebrar los 25 años de historia de la discoteca, se lanza al mercado el recopilatorio Chocolate The History, en el que Jose Conca hace un repaso a los mejores temas que han sonado en Chocolate durante los noventa, mientras que Víctor Conca y Óskar 41 hacen lo propio con los temas más representativos de la nueva década.
La llegada del 2006 se presenta en Chocolate con una cabina totalmente asentada, y lo que es más importante, con un público fiel que augura sin duda un buen futuro para la discoteca. No se podría acabar esta historia sin recordar tres nombres que han sido muy importantes para el gran funcionamiento de la discoteca, desde los inicios como es el caso de Artemio Guardiola, desde mediados de los ochenta en el caso de Vicente Val y desde los noventa en el caso de Juan Alfa. Junto a ellos, también un pequeño homenaje a ese gran equipo humano que durante más de 25 años ha estado al pie del cañón tanto en las buenas épocas como en los momentos más duros. Gracias a todos ellos, Chocolate siempre será recordada como La Catedral de la Música por todos los festeros del país…

Rafa Matoses Martorell aka Raszia.
Colaborador de la revista A Little Beat (Valencia).
Historia de la web oficial www.discoteca-chocolate.com


PUZZLE


sala Puzzle está situada en un entorno privilegiado, a orillas del parque natural de l'albufera. En la carretara Nazaret-Oliva Km 22. En una zona turística y de ocio como es la de El Perelló y Cullera.

Puzzle nace como tal en 1988, pretendiendo situarse en el mercado como, un nuevo concepto de sala, funcionando con los horarios, que en esos momentos privaban; a partir de las 6 de la manana del domingo. Desde entonces, y hasta hoy nos hemos mantenido entre las salas, muchas de ellas hoy desaparecidas.

La trayectoria de Puzzle en sus comienzos, ha sido siempre claramente Pop, excepto en algunas ocasiones, en las cuales la actividad ha dado otra connotacion mas fuerte o diferente.

La musica siempre se diferencio de las demas discotecas, dado que la tonica a pinchar, se compuso entre otras cosas, de exitos de los 80, dentro de los cauces del after-punk, pop, rock , industrial, acid, funk actual, etc., no en vano la prensa siempre ha hablado del Sonido Puzzle.

Tambien el control de imagen en publicidad, ha sido estricto hasta el ultimo detalle, siendo felicitados por la conselleria de Cultura de Valencia, por nuestro trabajo a este nivel.

Las actividades mas destacadas en aquella epoca podriamos destacar conciertos the shamen, swit, etc....algun performance de teatro, danza,...

A medida que han ido pasando los años Puzzle ha sabido adaptarse a las nuevas tendencias, muestra de ello es el exito que siguen manteniendo sus sesiones de sabado noche.

Desde la ultima decada Puzzle ha trabajado duro para mejorar las instalaciones, apostando por ofrecer una imagen renovada en cada momento.

En cuanto a la programacion de eventos en la sala, hay que dstacar que la gerencia actual apuesta por un cartel comprometido y competitivo para ofrecer lo mejor a toda la clientela de la ciudad de Valencia. Una apuesta por las actuaciones de los mejores djs internacionales asi como las actuaciones de los mejores grupos de animacion de todo el mundo, sin olvidarnos de los acompañamientos, ya sean de las mejores voces e instrumentos de los mejores musicos de la escena nocturna.


Son muchos los clientes que son fieles a las sesiones de los sabados noche, sesiones marcadas por las ultimas tendencias musicales, un recorrido por todas las vertientes del house más actual.

Sin duda una noche en Puzzle es mas que una fiesta. Es una sensacion indescriptible que se consigue por la mezcla explosiva del ambiente, las instalaciones y el inconfundible SONIDO PUZZLE que los djs residentes saben ofrecer.

La sala dispone de 5 espacios bien definidos:

1º Zona Interior – Central Room,

2º Zona Jardí- Terraza Puzzle,

3º Zona VIP,

4º Cafeteria,

5º Espacio SUNDAY.

Sin duda podras sentirte a gusto en cualquiera de ellas y siempre acompanado de un trato exquisito.

Características de la sala
La sala dispone de 10000m2 distribuidos entre: 1 Parking vigilado con capacidad para 1000 vehículos, 1 Amplio Hall, 3 Pistas de Baile, 1 Cafetería-restaurante, Oficionas de dirección, 2 Camerinos, 1 Tienda, 2 Guardarropas y una Zona Vip ideal para acciones empresariales.

Iluminación: La sala cuenta con un equipo de iluminación espectacular, contribuyendo esta al realce del entorno. Para ello dispone de una Robótica de última generación.

Visuales: La sala está dotada con los mejores medios audiovisuales, los cuales hacen que la sala se convierta en un gran expositor.




SPOOK


EL VUELO DEL MURCIÉLAGO

Por Joan M. Oleaque, periodista y profesor de Periodismo en la Universidad de Valencia. Es también autor de los libros-reportaje Des de la tenebra y En èxtasi, éste último sobre la evolución del ocio joven en los últimos veinte años.


"Hace unos 18 años, cada fin de semana nos íbamos a Valencia, al Spook Factory, porque admirábamos al disc-jockey por lo que hacía. Se llamaba Fran Lenaers, e igual te pinchaba desde Front 242 a Ramones o a los The Cure. Y para mí siempre ha sido el punto de partida. Yo pinchaba en bares, pero cuando salía por Barcelona me encontraba discotecas de funky o de música disco y el pop y el rock se ponía en bares musicales y en sitios para no bailar. Y cuando me dijeron que existía este oasis en Valencia no me lo creía, fui y me quedé flipado. Principalmente por la forma de pinchar de Fran, y luego por la cantidad de gente que bajaba allí. Desde Barcelona, Madrid y todos los lados. Lo que él hacía no se le había ocurrido a nadie, es decir, meter esa música para bailar".

Son palabras de Amable, el exitoso Dj que, desde la sala Razzmatazz de Barcelona, se ha convertido en el referente para público indie de toda España. Las compilaciones discográficas del club, realizadas por el propio Amable, son hoy consideradas como lo más en eclecticismo y han merecido grandes críticas en los medios alternativos. No obstante, con modestia y valentía, Amable reconoce que su dedicación a los aspectos más avanzados de su profesión se empezó a gestar en sus ya lejanas –pero aún presentes- excursiones a Spook. Lo mismo le ha pasado a legiones enteras de dj’s de toda España. Sin embargo, lo raro es que lo reconozcan.

Quien esto suscribe, puede dar fe. En 2004, publiqué un libro que, entre otras cosas, hablaba sobre la época de éxito de distintas salas valencianas de los 80, y de su posterior y satanizada conversión en mega-fenómeno de masas. La mayoría de las críticas al trabajo, por suerte, fueron buenas. Alguna, no obstante, me llamó la atención. Había una que más o menos venía a decir: "el autor nos dice que si no estuvimos en Valencia en aquel momento, nos estábamos perdiendo algo".

Quien escribía la crítica, que no era de aquí, consideraba impensable que esta ciudad pudiera haber estado alguna vez en los puestos preferentes de la vanguardia musical. Supongo que le resultaba difícil de aceptar después de que los lodos de la ruta del bakalao redujeran la imagen de todo lo relacionado con el negocio local del baile a la charanga, la pandereta y el delirio. Un espanto que aún pesa.
Para él, y para cualquiera que tenga dudas al respecto, hay que aclarar que, cuando poco o nada había en otras partes, se cocinaron en Valencia platos con ingredientes musicales que marcaron el inicio del ocio joven nocturno tal y como se conoce hoy. Platos que alcanzaron su punto álgido de cocción en los fogones de la pista de Spook Factory.

PREFACIO Antes, en los primeros momentos de la década de los 80, en el pueblo de Sueca, la discoteca Barraca había empezado a definir qué era la nueva música de baile. Lo estaba haciendo como alternativa frente a las opciones nocturnas más encorsetadas y burguesas de la capital –de cualquier capital del estado-,aprovechando la energía ávida de cambios que electrificaba el ambiente del momento y el hecho de que, en Valencia, más que en Barcelona o Madrid, todo era posible en materia de ocio y modernidad, porque todo estaba por hacer. Juan Santamaría, desde la primera tienda de discos de importación de la que se tiene noticia, Zic Zac, nutría de rarezas el gusto rupturista de Carlos Simó, quien sería conocido por distintas generaciones como el distintivo dj de Barraca.

La mayoría de las discotecas de aquel tiempo, o eran locales con pretensiones funky-pijas o, sitios donde las primitivas tribus urbanas –o los propios chulos del barrio- iban a pegarse.

En Barraca, en cambio, se abría la puerta a todos aquellos que querían entender el fin de semana como otra cosa: unas vacaciones vanguardistas, apasionadas y estrambóticas de la realidad. En ellas, la música negra, devaluada en aquel momento, se consideró un reclamo para perpetuar el pasado. Por eso, Carlos optó por un inconcebible combinado de música blanca que mezclaba sin tapujos el rock americano con todo nuevo sonido inglés, espolvoreado con los aullidos de divas punk estilo Lene Lovich y con lo mejor de la nueva música independiente valenciana y española. El conjunto apabullaba.

Como la apuesta tuvo éxito, cerca, también en Sueca, otra discoteca, Chocolate, se convirtió en su reverso: en vez de por el color, apostó por la oscuridad musical y por el morbo de las corrientes estéticas más extremas.

BATIR DE ALAS Pese a que su funcionamiento no dependía realmente de la atención que generaba en la masa de Valencia capital –la gente que estaba al tanto de las cosas ya acudía, tanto desde los pueblos como de la ciudad- era un hecho que cada vez más gente de la capital pensaba en acercarse por Barraca y Chocolate. No obstante, ambas quedaban lejos de los principales accesos urbanos, y su esencia estaba fundamentada especialmente sobre la extravagancia comarcal, algo que podía costar de asimilar a la clientela de la ciudad menos estrambótica. Aparte, claro, de que una y otra tenían un horario limitado.

De algún modo, todo se subsanó con la apertura en 1984 de Spook Factory, la antigua discoteca San Francisco de Pinedo.

Su transformación iba a ser auspiciada por propietarios relacionados con el pub Duplex, de la plaza de Canovas –que había diseñado Mariscal- y Triplex, un gran disco-garden de Cullera. Con Spook, el planteamiento iba a ser muy distinto al de estos dos locales. “Nos interesaba acercar a Valencia el fenómeno que se había iniciado en Sueca”, explica Bernardino Solís, propetario de Spook, “aunque personalizándolo con un estilo diferente, abriéndolo mucho a todo tipo de público, y con un horario muy flexible”.

Cierto: en los 80, en una Valencia que, desde todo punto de vista, intentaba ser moderna en cualquier sentido, había posibilidades de alargar el horario de manera muy extensiva “siempre que la sala no causara molestias al entorno vecinal”, recuerda Solís. En este caso, era difícil que sucediera, puesto que no existía (al menos, su presencia no era inmediata).

El hecho es que Spook abrió con un horario divido en dos, cerraba una media hora a las seis para volver a abrir hasta las doce. Esto convertiría al club en la primera sala con sesión matinal oficial de la península (Ibiza contaba con Amnesia). También impuso algo más: con su opción vanguardista, Spook demostró que las discotecas de playa podían dejar de ser pachangueras y de estar pensadas sólo para el ambiente pseudo-guiri. Demostró que, en aquellos años explosivos, podían apostar por ambientes y por sonidos bastante más rabiosos, algo que después sería imitado, con mayor o menor fortuna, desde Benidorm hasta Marbella.

A sólo diez minutos de Valencia, y con un horario al que se podía acoplar todo el mundo –hasta quienes se levantaban por la mañana el domingo sólo para acudir a bailar, práctica contemporánea que se inauguraba en esta sala-, el club hizo accesible la vanguardia a todos aquellos que no se la habían conocido en las discotecas de Sueca; a su vez, la prolongó para los iniciados que querían alargar el disfrute cuando aquellas salas cerraban.

Se convirtió, así, y con cierta rapidez, en el espacio por donde cualquiera tenía que pasar durante el fin de semana si quería ser considerado “alguien”. Su espíritu de transgresión era obvio casi desde el mismo nombre de la sala, que en inglés quería decir algo así como “fábrica de espectros”. Su diseño, de trazas industriales, tenía un un deje gótico y apocalíptico. Mezclaba la oscuridad con el láser, pero no renunciaba a aspectos de decoración más coloristas, la mayoría enmarcados en un estilo futurista-mediterráneo que, a ojos de hoy, resulta tan entrañable como magnético. Como resulta su propio logotipo, un prodigio de acierto en forma de murciélago con las alas abiertas de par en par, símbolo de nocturnidad y de postmoderna denominación de origen valenciana que llevó a cabo el diseñador de moda Valentín Herraiz, uno de los reyes del mambo de aquel momento.

Fue quizá además el primer club donde el aparcamiento pronto se convirtió en parte de la sala, como prolongación del ambiente interior: no tenía clientes, sino fieles devotos de todo pelaje y condición, que no querían renunciar a lo que se les ofrecía en aquella extraña y nueva religión urbana que alguien calificó como post-nuclear, propia del culto al hedonismo sin fin que dedicarían quienes podrían sobrevivir a un desastre atómico. Como era previsible, pronto empezaron a llegar visitantes de más o menos lustre provenientes de cualquier punto de España, y también de Italia y Francia (entre otros medios foráneos, la entonces influyente revista de tendencias gala Actuel habló de la sala). “Recuerdo en la sala a Jim Kerr –el cantante de los Simple Minds- , a Bumbury, a Miguel Bosé, a Almodóvar, a Carmen Maura, a Javier Bardem o a un Francis Montesinos que era muy habitual”. “Venían ejecutivos, futbolistas, estilistas, modernos, vividores, mujeres muy guapas, tipos corrientes, de todo, gente de León, de Madrid, de cualquier parte, se convirtió en algo muy abierto, que era lo que queríamos”.

La peregrinación se establecía alrededor del horario, del diseño de la discoteca, de la accesibilidad de su transgresión. Y de la música.

EN PLENO VUELO Si en Chicago, el Warehouse, el club desde donde se promovió el house y el sonido post-disco, era llamado “la iglesia de los descarriados” y tenía su púlpito en la cabina desde donde oficiaba el dj Frankie Knuckles, la religión hedonista post-nuclear de Spook iba a tener en su propia cabina un altar apto para cualquiera que quisiera llegar más allá de lo conocido. El dj que estableció las bases era el que seduciría a DJ Amable, y a tantísimos otros: Fran Lenaers. A diferencia de sus predecesores en lazona –Carlos Simó en Barraca y Toni Vidal en Chocolate- Lenaers iba a dar una importancia a la técnica de mezcla tan o más grande que la que daba al menú sonoro. Así, peripecias como poner a la vez dos copias del mismo disco de primitivo tecno alemán –e incluso australiano- para que sonara de manera atronadora, resultaron decisivas para el impacto que generaban sus sesiones. En ellas destacaba sus concesiones a los momentos melódicos, e incluso íntimos, con la incorporación a las tantas de la mañana de composiciones sinfónicas de Wim Mertens –algo insólito que creó escuela; y con el goteo de baladas de U2, de Al Stewart –el juego de Fran con la canción The Year of The Cat quizá no ha sido superado- o de Fleetwood Mac; todo ello fue imitado por muchos otros dj’s hasta el aburrimiento.

“Yo conocía el ambiente de Detroit y Chicago”, explicaba Fran tiempo atrás en una entrevista sobre su trayectoria, “eran lugares muy fríos donde la gente se reúne en almacenes convertidos en discotecas”. Fran, de algún modo, a lo largo de la segunda parte de la década de los 80 conjugaría las apuestas hacia el funk africanista y el tecno abstracto que surgían en aquella parte de América, “con lo más raro que se hacía en Europa y con la música de siempre que me gustaba: se trataba de desconcertar a la gente, de enseñarle propuestas y caminos, aparte de hacerla bailar, claro”.

Las sesiones de Lenaers eran un ejercicio de locura colectiva en la que Sisters of Mercy se hermanaba con la musculosa Electronic Body Music (EBM) belga del momento para después saltar a los brazos arty-pop de The Cars.

Y todo sin dar un respiro, en maratonianas sesiones de doce horas al estilo non-stop noche y día de grandes divos neoyorquinos de las cabinas como Junior Vasquez. Pero a diferencia del gran diva-dj americano, lapercepción que Fran tenía de su huella iba a ser hasta modesta, ya que, como sus predecesores en la zona, siempre se mostró ajeno a la importancia real de su momento. Un ejemplo: se fija oficialmente como origen de la dance music europea el año 87, cuando el dj inglés Paul Oakenfold se inspiró para sus fiestas británicas pre-acid-house en las sesiones del Amnesia de Ibiza, en las que el dj argentino Alfredo mezclaba de todo un poco, y a su aire. Pero, cronológicamente, la tendencia hacia la mezcla desinhibida se daba antes en Valencia que en Ibiza –y que en cualquier otra parte; sólo con esto, la significación de la pionera opción valenciana se convierte en esencial. Sin embargo, muy pocos se la han tomado en serio.

A principios de la década de los 90, Lenaers dejará el potencial de Spook, y empezará aventuras profesionales diferentes. Se vincularía a otros clubs de domingo -en aquella época, salir masivamente en domingo se convirtió en una especie de histeria juvenil- como ACTV y Coliseum. También, sería parte del estimulante grupo de música sintética Megabeat. Y luego, se centraría en su faceta como técnico de sonido. Tras el paso de Fran, el estilo musical de Spook fue cambiando, abriendo paso a lo que se denominó “mákina”. “Es cierto”, reconoce Bernardino Solís, “que dejamos de perseguir la vanguardia ecléctica, la avanzadilla de lo internacional, porque consideramos que esto hubiera sido una especie de obligación de vivir obsesionados por lo último que preferimos no practicar”. “No obstante”, opina, “sí que intentamos ofrecer la mejor programación posible de toda aquella música rápida y dura que arrasaba en las discotecas de la zona”.

REPLIEGUE Las nuevas generaciones –más gregarias y menos coloristas- de fiesteros militantes de toda España continuaron acudiendo a Spook durante largo tiempo, en respuesta a la leyenda que se había generado en torno a ella. Los mayores reflejos de color aún se reunían los viernes, durante largas sesiones en las que Spook continuaba su ya tradición de romper límites. Profesionales establecidos de las cabinas rupturistas de aquel instante, como Luis Bonías, iban a incendiar la pista en esta nueva etapa.

Los 90 fueron los años en que Spook se hizo más popular. Y también fue el tiempo en que iba a generar una mayor atención más allá de su clientela potencial. A causa, claro, de la atención desmedida que toda discoteca valenciana generó el verano del 93 por la muy extrema cobertura mediática que se dio a “la ruta del bakalao”, y a las distintas imitaciones del asunto que se generaban por toda España. El contexto era propicio para algo así: Chimo Bayo triunfaba, los sellos discográficos de mákina surgían como setas, los recopilatorios del estilo inundaban el mercado... y, casi de un día para otro, la palabra “éxtasis” iba a ser la más repetida por los medios. “Todo se complicó mucho”, confirma Solís, “la masificación del hedonismo valenciano, la persecución mediática, la presión que venía de todas partes... Al final era un reto llevar adelante la discoteca”.

Durante la última etapa, Vicente Mafia, entre otros, iba a encargarse de la acción de los mandos de cabina. Finalmente, Spook cerró puertas en el año 96.

Más tarde tuvo algunas encarnaciones. La que más duró fue Sound Factory, netamente makinera. Luego, bajó la persiana. A su alrededor, queda el recuerdo de aquello que logró: la apertura mental de generaciones de gente corriente que deseban más de lo que se le ofrecía, y que sólo lo econtraron en un universo de ocio que transgredía las fronteras de lo previsible.

RESURGIR A finales del 2005 Spook vuelve a abrir sus puertas, fiel a su ubicación de siempre y a su filosofía abierta y atemporal, Spook resurge con un nuevo equipo. El vuelo del murciélago se adapta a los nuevos tiempos, para todos aquellos que echaban de menos su dignidad, su prestigio y esa voluntad de permanencia en el ocio nocturno.
El nuevo proyecto se presenta rabiosamente actual, rupturista y a la vez respetuoso con lo mejor de su historia
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