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« Último mensaje por salesiano en 05/06/25, 00:44:19 am »
LA RADIO FóRMULA:
La música, cualquier tipo de música, aunque tiene la capacidad para llegar a todo el mundo y a todas las edades por ella misma no posee la embergadura suficiente para convertirse en universal. Ni Bruce Springsteen, ni Elvis Presley, Ni Queen, Ni kate Perry, ni ningún reggaetonero tienen por si solos el éxito asegurado. Por mejor o peor que sea el single, el LP, o el tema, cada estilo musical y cada artista asociado al estilo no repercute sin aquello que conocemos como «radio fórmula» (aunque ahora con Spotify los charts son de dominio público y bastante caprichosos).
Para los que venimos de la era analógica y vivimos el paso hacia la era digital escuchar música dependía sobretodo de dos factores: la radio y los Lp’s (o los recopilatorios en formato dance). La mayoría de grupos, cantantes, productores, deejays, bandas y solistas dependían de cómo se proyectaba, o vendía, su producto a las discográficas de turno o a las radios de éxito. Así fue con el Funcky, así con la movida madrileña, así con la makina.
El escaparate perfecto para subir o bajar un estilo siempre dependía de la pasta que se gastaban en la promoción o del éxito que tenías en las «radio fórmulas», como del cuarenta al uno (tan famoso). Si la apuesta valía la pena, o no, solo dependía de la inversión o de los intereses de quienes ponían la pasta, porque veían negocio. Ahí los ejemplos de Los hombres G, Alaska, The Communards, o Rem, por ejemplo.
La famosa y defenestrada MTV no era ajena al negocio y se sirvió durante mucho tiempo para promocionar a los Party Animals, Nirvana, o más actuales Rage Against the Machine o Limp Bizkit (menudos personajes). La industria musical en todo su esplendor era ese gigante hambriento que podía devorar estilos y prolongar movidas. Comercialidad en estado puro y de la que todos hemos mamado. El imperio del mal!
La música makina encontró un momento entre los cuarenta principales y flaix Fm. ¿Cómo se pudo dar ese espacio? Verdaderamente es complicado responder pues misteriosamente la música makina había encontrado cobijo entre miles y miles de jóvenes que vibraban y bailaban al son de los sonidos más contundentes del momento. Fue algo así como la irrupción del hardocore holandés. De algún modo las personas que llenaban las discotecas y la cultura del deejay coparon el prime time de las emisoras más escuchadas, aquellas que marcan tendencia.
Quizás el impulso de la juventud. Quizás la presión de las grandes discográficas. Quizás el desenfreno drogadictil. Qué lástima que con el tiempo la gente crea que con la edad hay que madurar y que los sonidos de club (vamos, el puto house) marcan la tendencia entre la clase y la vulgaridad. En cualquier caso el tránsito de un estilo a otro también fue gracias a la radio y su difusión. De un modo u otro las ondas te comen el coco.
A la radio fórmula le debemos los festivales Mega Aplec Dance que también fueron promovidos desde la radio. El culmen de la movida makiner fue entonces, cuando 5000 personas bailaban lo más comercial del movimiento. Fue colosal, digno y fugaz. De repente la apuesta canvia, el dinero vuela y la gente se deja absorver por la puñetera tendencia.
Bien, a lo que voy y acabo. No hay escena si no hay promoción. No hay pista si no hay dancers. No hay ventas si no hay publicidad. Así ha ocurrido con la makina, cuanto más radical más abandonada...
Hoy en día vivimos al amparo de Makina Legends, de la marca Chasis, de Digital Hits, entre pocas más. Somos minoritarios però quizás mejor ser menos comerciales que luchar por quitarle el primer lugar de la lista a Ozuna (gran poeta por cierto). Con todo si a alguno se le ocurre pensar en que volveremos habrá que abrirle los ojos porque hoy los samplers de Public Enemy ya solo existen en el recuerdo y entre el pop de mierda y lo latino pues esperar a que se maten. Ni Alemania, ni Bélgica, ni Holanda, ni nosotros... todos viviendo del recuerdo.